Editorial

Precios agrícolas

Como la dependencia de nuestra economía es fuertemente dependiente de la producción agropecuaria, en especial la soja, todo lo que suceda en cuanto a los precios internacionales es seguido con muchísima atención, incluso con los vaivenes que estuvieron dándose últimamente, ya que sin bajar considerablemente hubo altibajos preocupantes que podrían haber llegado a interpretarse como oscilaciones proyectadas al futuro. Sin embargo, un informe de la agencia de noticias Bloomberg conocido estos días, despeja dudas y asegura que al menos hasta 2022 los precios agrícolas se mantendrán elevados. 

Claro, es sólo una de las apreciaciones que se hace sobre el tema, que al fin y al cabo tiene igual valor que aquellos otros que no estaban tan seguros de esta continuidad de los precios y también con los que se inclinan por una sostenida reducción de estos valores. Pero, de todos modos, se trata de un análisis que trae tranquilidad, ya que el mismo está sostenido en datos y estudios de la actualidad, sobre los cuales se hacen las proyecciones con los suficientes elementos como para tenerlas en consideración por sobre otras que no cuentan con ese sustento.

Tres son los factores que desembocan en sostener este anuncio: mayores costos de energía, menor aumento de la productividad y mayor demanda, lo cual se prolongará por toda una década, es decir, hasta 2022. El estudio está sostenido por informes y pronósticos que en tal sentido formulan la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Se destaca que  los períodos prolongados de abaratamiento de productos agrícolas causados por los rendimientos y el petróleo barato, en este momento se asemejan a "cosas del pasado", como una de las conclusiones más contundentes respecto a las perspectivas que se avecinan.

Una de las circunstancias que aparece con fuerte participación en cuanto a la explicación sobre las razones por las cuales la producción no aumentará en la medida esperada, es la escasa disponibilidad de tierras aptas, las limitaciones de agua y los crecientes costos de insumos como los fertilizantes. Se afirma que "dado que el precio de la energía es alto y sigue aumentando y que el crecimiento de la producción declina, la fuerte demanda de productos agrícolas para alimentos, forraje, fibras y usos industriales redunda en precios más altos y en un importante riesgo de incrementos", citándose como otra de las causas a tener en cuenta al momento de las evaluaciones.

De acuerdo con estos planteos, la producción agrícola disminuirá su crecimiento, el cual se estima estará en el orden del 1,5% anual promedio hasta 2022, cuando en la década anterior el crecimiento fue a razón de 2,1% promedio. De todas maneras, lo que también es analizado, ese promedio de 1,5% anual de aumento estará por sobre el nivel de la expansión demográfica que estará en el orden del 0,5% anual.

Justamente el tema poblacional es fundamental a tener en cuenta en esta clase de estudios, ya que podría llegar a producirse un desequilibrio con muy serias consecuencias en caso de no alcanzar a abastecer la demanda de alimentos. En este lapso que va hasta 2022 habrá 742 millones de personas más habitando el planeta, y por lo tanto demandando alimentos, por lo cual hay que tener prevista la capacidad productiva para atender la demanda.

Tanto la OCDE como la FAO coincidieron en que "la oferta debería mantener el ritmo de la demanda con precios que se estima seguirán siendo relativamente elevados", para añadir que "se estima que los precios serán lo suficientemente remunerativos en los próximos 10 años como para alentar más inversiones en producción agrícola y mejoras tecnológicas que hagan que la producción siga extendiéndose hasta 2022".

El aumento del rendimiento, en especial de los granos, viene reduciéndose desde hace al menos dos décadas -estima el trabajo- en especial debido a la menor inversión en análisis de los cultivos, estimándose que es una tendencia que se mantendrá en el futuro inmediato.

Se advierte que aun cuando existe una gran volatilidad en materia de precios, "hay más riesgos de suba de precios que de caídas", ya que "los aumentos de corto plazo han sido una característica de los últimos años", considerándose como factores que pueden empujar las subas las caídas en la producción de petróleo o las restricciones al comercio.



 

Autor: REDACCION

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