Editorial

Políticas de seguridad

No existe una receta infalible para resolver el tema de la inseguridad. Pero en días donde el tema se vuelve a ubicar en el centro de las preocupaciones tanto de la Provincia como de la ciudad, bueno es tener en cuenta qué medidas han resultado positivas en otras situaciones y cuáles no han contribuido al objetivo de reducir los índices delictivos. 

En general, las decisiones en este tema se suelen tomar en tiempos de crisis, como respuesta a fuertes reclamos populares, generados a partir de un determinado hecho policial. Gabriel Kessler, profesor en las universidades de General Sarmiento y de La Plata, considera que en estos momentos se actúa bajo el efecto de un "pánico moral". 

"El pánico se genera cuando la víctima es presentada como alguien de nosotros, que no se trata sólo de ese hecho, sino que es la punta del iceberg o parte de «una ola», algo que va a seguir sucediendo, y este dispositivo legitima una demanda hacia el Estado y la voz de los expertos. A veces, este pánico moral tiene como efecto generar reacciones rápidas, cuya eficacia y contenido son poco estudiados. Si las políticas de un Estado con respecto al delito van a estar fundamentalmente basadas en situaciones de pánico moral, hay un problema”, explicó Kessler durante una entrevista concedida al diario Página/12.

En nuestro país, existe un antecedente claro de acciones basadas en este contexto de "pánico moral": el caso de Alex Blumberg. El informe anual del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de 2011 señala dos consecuencias paradójicas del “efecto Blumberg”: una represiva a nivel nacional y otra reformista a nivel bonaerense. Ninguna de las dos arrojó saldos positivos.

"La carencia de un programa de seguridad respaldado por sectores que apuesten al fortalecimiento de las instituciones democráticas llevó a que las fuerzas políticas otorgaran, por convicción ideológica o temor a represalias, altos grados de autonomía policial enfocada en la actividad territorial, en el hostigamiento de ciertos grupos sociales y en la presión al sistema judicial-penal para convalidar detenciones masivas", señala el informe del CELS. 

¿Cuál es el camino a seguir entonces? Lo sucedido en las principales ciudades de Colombia, sirve de ejemplo a la hora de mencionar soluciones planificadas y organizadas al fenómeno de la inseguridad, y no como simple respuestas a las urgencias del momento.

Bogotá y Medellín, lograron reducir sustancialmente la inseguridad, y especialmente los homicidios, en los últimos años. Según un informe publicado por BBC Mundo, entre 1994 y 2006, Bogotá bajó de 80 a 18 la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes y Medellín redujo de 186 a 34. En Bogotá, los demás delitos cayeron en más del 50% y en Medellín, en más del 30%. 

Los especialistas aseguran que el secreto de la reducción de la inseguridad en Bogotá y Medellín radica en la existencia de liderazgo político. Ese liderazgo, permitió la adopción de planes integrales de convivencia y seguridad, información oportuna, trabajo interinstitucional y evaluación permanente de resultados. 

Además de la creación de frentes de seguridad en los barrios y de los pactos de convivencia y seguridad que han promovido las autoridades locales en varios sectores, en los últimos tres años Bogotá ha aumentado en 2.000 el número de policías que cuidan sus calles y se ha fortalecido la policía comunitaria. Por otra parte, gracias a los estudios de georeferenciación, las autoridades han podido precisar dónde están los delitos y con qué frecuencia se presentan.  Finalmente cabe destacar que gracias a la participación ciudadana lograda en este tema, se ha conseguido en Bogotá que todos los taxistas que usan radios de comunicaciones, reporten casos sospechosos directamente a la central de la policía. 

En su reciente libro "Kamikazes", el periodista y escritor Reynaldo Sietecase, hace mención a todos estos antecedentes y considera que debatir públicamente propuestas alternativas en materia de control del delito sería un aporte fundamental para cualquier lugar. "Un primer paso para establecer puntos mínimos de consenso en una problemática que debería trascender las mezquinas disputas coyunturales", postula. 

La inseguridad no distingue colores partidarios y, a esta altura, demanda la presencia de una verdadera política de Estado.  

Autor: Redacción

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web