Editorial

Poder y corrupción

Aunque no venga al país antes de las elecciones de octubre, lo que hizo respirar aliviado al oficialismo, este Papa Francisco tendrá mucho que ver con el futuro desarrollo de la actividad política local, pues aunque no lo haga marcando referencias concretas -en realidad ni falta hace y tampoco nunca lo había hecho cuando fue arzobispo de Buenos Aires y aún así le valió ser calificado como "jefe de la oposición" y rechazado 14 pedidos de audiencia con la presidenta Fernández-, todo cuanto diga desde Roma indefectiblemente tendrá relación implícita con nuestra actualidad.

Así por ejemplo fue interpretado el contenido de la homilía del Domingo de Ramos cuando condenó "la sed de poder y la corrupción", dos aspectos en los cuales tiene el camino libre y que no merecen siquiera un atisbo de objeción. El Papa argentino lo hizo ante 250.000 personas que colmaron la Plaza San Pedro, ocasión en la cual además anunció que entre el 23 y 28 de julio visitará Río de Janeiro para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud.

Francisco bendijo los ramos de olivo y presidió la tradicional procesión, aspectos que se desarrollaron dentro de la formalidad, aunque lo más trascendente fue el contenido de su homilía, la cual dentro de una característica ya impuesta en el poco tiempo que lleva adelante su papado, estuvo impregnada por la sencillez, los conceptos simples pero fuertemente directos hacia los sectores que se dirige, y además, en el desarrollo de la exposición, hasta se permitió algunas improvisaciones.

"No se dejen robar la esperanza que da Jesús", retumbó muy sonoramente cuando se dirigió más específicamente a los jóvenes, que masivamente poblaron la Plaza, exhortándolos a poner especial atención "a la alegría, esperanza y el significado de la cruz, es decir del sacrificio".

Dentro de su tono ameno, conciliador y espontáneo, el Papa argentino dirigiéndose al mundo entero, recordó un dicho de su abuela sobre la codicia: "Decía que el sudario no tiene bolsillos", con lo cual significó que el dinero no se lo puede llevar la muerte. Por eso instó a no dejarse llevar por el mal, citando al diablo, un término que se encontraba muy en desuso y que ahora es seguidamente referido por el nuevo jefe de la Iglesia, en cada ocasión que amerita hacerlo.

Todo el desarrollo de la homilía fue silenciosa y atentamente seguido, pero sin dudas uno de los apartados más escuchados y especialmente desde aquí, fue el referido a la sed de poder y la corrupción, justamente, algo que es materia de comentarios diarios en nuestro país. Una especie de resumen de los males del mundo a los que hay que vender fue expresada de esta manera: "Miremos a nuestro alrededor: ¡cuántas heridas inflige el mal a la humanidad! Guerras, violencias, conflictos económicos que se abaten sobre los más débiles, la sed de dinero, de poder, la corrupción, las divisiones, los crímenes contra la vida humana y contra la creación".

Este estilo, simple y directo, del nuevo jefe de la Iglesia católica, tuvo una recepción amplísima en todo el mundo. Es que sus dichos van respaldados por el ejemplo, y eso suele tener una solidez a prueba de todo -incluso como ocurrió aquí mismo cuando tras su designación se llevó adelante una campaña de desprestigio buscando relacionarlo con la dictadura militar, aunque rápidamente desarticulada por la realidad y la contundencia de su personalidad-, iniciando un camino de recuperación de la credibilidad e imagen de la Iglesia, de modo especial el Vaticano, que se encontraba fuertemente cuestionada, tanto por el ocultamiento de casos de pedofilia como por las quebrantadas finanzas del Banco de ese pequeño Estado europeo, pero también por las rencillas y disputas de los miembros de la Curia, que aparentemente llevaron a la renuncia de Benedicto XVI, el anterior Papa, que se vio doblegado por situaciones que ya no podía sostener ni enfrentar por su decaimiento físico.

Desde su designación por parte de la mayoría de los cardenales, y tras su mensaje simple y directo desde los balcones de la Santa Sede, el argentino Jorge Bergoglio, quien eligió el nombre de Francisco para su papado en reconocimiento y homenaje a un incansable luchador contra la pobreza, comenzó a marcar un camino absolutamente diferente al de los que le precedieron en la conducción. 

Seguramente habrá que esperar más, pero el reconocimiento amplio de su energía y fortaleza, que aquí en la Argentina demostró de sobra, permiten vislumbrar que el suyo será un período muy provechoso.

Autor: Redacción

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