Editorial

Pobreza y depresión

Con el aumento de la pobreza, miles de familias argentinas se enfrentan a la imposibilidad de satisfacer sus necesidades básicas, con todo el dolor, la angustia y la impotencia que implica una situación límite de este tipo. La incertidumbre que un padre o una madre atraviesa por no saber si mañana podrá alimentar a sus hijos deriva en dramáticas sensaciones, un estado que quiebra cualquier salud emocional. No es fácil atravesar la carga negativa de perder un empleo, o de recorrer la ciudad en busca de un trabajo sin poder lograrlo, pero el límite es no tener seguridad de acceder al pan nuestro de cada día. 

Así, esa amargura que se debe sobrellevar por la falta de trabajo o que el dinero de un plan social o un empleo de baja calidad no sea suficiente para cubrir las necesidades básicas, deriva en un estado de vulnerabilidad y una crisis de salud emocional que puede ser muy peligrosa. El desamparo y el miedo pueden golpear más fuerte que un puño. 

Por tanto, no sorprende que dos de cada diez personas encuestadas aseguraron que durante el 2020, a raíz de la pandemia, debieron afrontar un empeoramiento de síntomas ansiosos y depresivos, según un estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA. Quienes más empeoraron su malestar psicológico, dentro del 18% que respondió afirmativamente, fueron las personas de los estratos bajos marginales, las de 75 años y más, y las mujeres.

En el caso específico de los adultos, el escaso bienestar subjetivo constituye un problema estructural de los más vulnerables, si bien no se debe dejar de lado la mirada con perspectiva de sexo y edad para conocer la causalidad de factores que explican la alta sintomatología ansiosa y depresiva manifestada en tiempos de pandemia, asegura el estudio.

Según el sondeo, cuanto mayor es la vulnerabilidad social, económica, residencial, educativa y laboral, mayor es la prevalencia de sintomatología ansiosa y depresiva. Los datos obtenidos muestran un empeoramiento general del déficit en todos los recursos psicosociales, el cual alcanzó los niveles más altos de la década. Durante el 2020 la salud mental, en especial el bienestar psicosocial de las poblaciones, se ha visto afectada negativamente frente a la llegada de la pandemia por SARS Cov- 2, agrega el relevamiento.

También advierte que el gran escenario que deja la pandemia por SARS CoV-2 aún se desconoce y los desafíos que se vislumbran nos interpelan a ser rigurosos metodológicamente, pero también creativos para sostener una investigación que ofrezca un aporte con gran valor académico y social. En este contexto, remarca que la situación psicológica de las personas se vio sustancialmente resentida en el período de la pandemia. Los estudios referidos a la situación de la salud mental de los residentes urbanos, sostienen el impacto que la crisis sanitaria y el aislamiento generaron en la población y la profundización de aspectos anímicos psicológicos.

El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA presentó el documento de investigación Privaciones estructurales en el desarrollo humano. El informe indaga sobre desigualdades en recursos psicosociales, condiciones sanitarias y representaciones ciudadanas frente al contexto de pandemia. Por un lado, presenta aspectos de la salud psicofísica incluyendo tanto el desarrollo de capacidades y recursos psicológicos, así como también las condiciones de estado, atención y cuidado de la salud, a la vez que se examinan las percepciones y creencias ciudadanas sobre la democracia y la confianza en las instituciones. 

Sus conclusiones dejan en claro acerca de la necesidad de generar un plan específico de salud psicofísica para la post pandemia que pueda articularse entre los gobiernos de todos los niveles. 




Autor: REDACCION

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