Editorial

Pobreza y alimentos

Latinoamérica es una región del mundo sobre la cual cuesta encontrar explicaciones, así de simple. Es que mientras cada vez se consolida más como uno de los grandes productores de alimentos del mundo, en forma simultánea sigue subiendo sin pausa la cantidad de personas sumidas en la pobreza. 

En una reciente nota periodística del suplemento iEco del diario Clarín, el periodista Carlos Boyadjián, analiza el tema sostenido en estadísticas que resultan en verdad llamativas, ya que por ejemplo, mientras en 2013 la región tuvo un crecimiento promedio de 2,6% y la producción de cereales estuvo por encima de los 220 millones de toneladas -un 9% más que en 2012-, a la par se sumaron 2 millones más de pobres. Región que, de acuerdo con datos recientes de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), tanto en el ámbito latinoamericano como el Caribe hay 164 millones de pobres, de los cuales 68 millones son indigentes.

La pobreza en la región el año pasado alcanzó a afectar al 27,8% del total de la población, tema sobre el cual la FAO dice que en pobreza se produjo una reducción de 0,3% respecto al año anterior, pero en cambio, lo más grave sin dudas, es que la indigencia -la más baja escala de pobreza donde los afectados no alcanzan siquiera a satisfacer sus necesidades alimentarias- aumentó 0,2%. Al fin de cuentas se trata de fríos números tabulados en estadísticas, pero en la realidad cotidiana significa que dos millones de personas más cayeron en el más bajo escalón de la pobreza el último año.

Uno de los argumentos al que se recurre para tratar de explicar esta preocupante situación, es que el precio de los alimentos ha subido por sobre la inflación, lo que los pone cada vez más inalcanzables para quienes disponen de ingresos bajos. Ya en concreto, la cuestión es que mientras la inflación a nivel regional fue de 8,6% la suba del precio de los alimentos estuvo en el orden del 10,2%, una pequeña diferencia que se viene acentuando año a año, esta vez 1,3% más que en 2012. Como los hogares mas pobres son los que deben destinar la mayor parte de sus ingresos para destinarlos a su alimentación, es donde el impacto negativo tiene mayor fuerza.

Y tal como van las cosas, esta perspectiva no tiene chances de mejorar, sino por el contrario, de irse profundizando. Es que en el primer bimestre del presente año los alimentos registraron un aumento de 2,2% medidos a los valores de diciembre, aunque como para abrigar algo de optimismo, durante febrero comenzó a advertirse cierta desaceleración en este desequilibrio al punto que por primera vez la inflación de los precios estuvo por debajo de la general.

Uno de los contransentidos más importantes dentro de este panorama que ofrece la región latinoamericana, es que siendo una gran productora de alimentos que se exportan al resto del mundo, aquí siga aumentando la pobreza, y lo que es aún peor la indigencia, el escalón más bajo de la escala. Se destaca como ejemplo, que Latinoamérica logró entre enero y septiembre de 2013 en su balanza comercial alimentaria un saldo positivo de 108.000 millones de dólares, encabezando la nómina la Argentina y Brasil.

Una reflexión que parece ajustarse a estas circunstancias, es que el superávit logrado no es acertadamente volcado en la asistencia social y mejoramiento de las condiciones laborales y productivas, indispensables para la creación de puestos de trabajo estables y consolidados.

En el apartado dedicado a nuestro país, se consigna que produce alimentos para 400 millones de personas, diez veces más que la población total, lo que debería estar conformando una situación social importante, pero que en cambio no sucede en los hechos, ya que según los organismos privados consultados la pobreza afecta al menos al 25% de la población, es decir, unos 10 millones de personas, en tanto que se encuentran en la indigencia otros 2 millones, con lo cual tenemos que unos 500 mil hogares están afectados por estas condiciones claramente desfavorables. Claro, que también se consignan datos del INDEC, quien en octubre de 2013 reveló que la pobreza sólo afectaba al 4,7% (1,2 millón de personas) y la indigencia al 1,4% (367 mil). Una falsificación de datos que está comenzando a ser reconocida.

Autor: REDACCION

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