Editorial

Pobreza pendular

La pobreza viene siendo tironeada desde 2007 en adelante, nada menos que media docena de años, cuando desde el INDEC se comenzaron a manipular las estadísticas y consecuentemente los índices, arrojando cifras realmente insólitas para establecer las canastas alimentarias que miden la pobreza y la indigencia. Más allá de cualquier otro número para refrescar la memoria de los lectores, un solo dato es lo suficientemente descriptivo como para imponernos de la situación: según el gobierno con 6 pesos por día una persona puede alimentarse. De ahí para adelante, prácticamente todo es posible.

Periódicamente se van conociendo nuevas mediciones, que poco más poco menos siempre establecen enormes diferencias con el 5,4% de pobreza que admite oficialmente el INDEC. Días atrás se difundieron los datos de la consultora Federico Muñoz y Asociados (FyM), que aún siendo de las que registra una de las cifras más moderadas, fija la pobreza en 21,1% al mes de diciembre de 2012, bastante menos que el 29% del Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina. Aunque es dentro de ese piso y ese techo en que se encuentran las cantidades de pobreza e indigencia.

Es por esa razón que este sostenido vaivén que tienen estas estadísticas, desde el oficialismo con la clara intención de ocultar un aspecto que desmerece la acción del gobierno pues mantiene alta la bandera de la inclusión cuando la realidad termina por demostrar lo contrario, y por lógica consecuencia el fracaso de las políticas implementadas. Mientras que en cambio las consultoras privadas, e incluso alguno de los pocos organismos provinciales que quedan activos ya que todos fueron sometiéndose a los designios del orden nacional para no contradecir sus posturas, tratan de mostrar algo que indudablemente está mucho más cercano a la realidad, esa misma que puede palparse en la calle, donde las condiciones socioeconómicas están en franco deterioro.

Según evaluaciones recientes, el INDEC dice que un adulto requiere de 508 pesos mensuales para atender sus necesidades elementales, pero en cambio según la consultora FyM, basándose en tres valuaciones alternativas de canastas básicas -tomando datos de tres organismos de estadísticas de las provincias y el que lleva adelante la fundación FIEL- una persona necesita de 1.075 pesos por mes para adquirir los bienes básicos, razón por la cual cruzando esta cantidad con los de la Encuesta Permanente de Hogares, el ingreso del 21,1% de los argentinos no alcanza ese piso, motivo por el cual quedan dentro de la línea de pobreza.

Ese 21,1%, que en verdad es bastante módico respecto a otras mediciones, igualmente es cuatro veces mayor que la cantidad de pobres que admite oficialmente el INDEC con el dibujado 5,4%, originándose todo con la subestimación de la inflación que se viene haciendo en el país desde hace media docena de años, inicialmente justificándose para pagar menos intereses por las deudas ajustadas por el índice inflacionario, pero luego llegándose a la certeza que se trata en realidad de una maniobra instrumentada para mostrar estadísticas más ajustadas al "relato", ese que se hace de una Argentina tironeada entre la realidad y la ficción.

Esta maniobra, tantas veces cuestionada pues resta la posibilidad de disponer de diagnósticos ajustados a la realidad que permitan poder seleccionar los instrumentos para enfrentar el problema, además le resta importancia al trabajo realizado en estos años, ya que aún no en la medida que el gobierno lo dice pero sí se logró reducir al menos la mitad de la pobreza que había luego de la crisis de años años 2001-02, cuando estaba en el 50% de la población.

El verdadero éxito del gobierno, en los hechos, estuvo dado desde 2003 hasta 2008, cuando sí la pobreza bajó raudamente y la creación de empleos fue generosa, pero de allí en adelante se comenzó a caer en la ficción, pues los progresos fueron muy modestos, aunque agigantados por la visión dada desde el INDEC.

Uno de los problemas fundamentales para enfrentar la pobreza es la inflación que carcome nuestra economía desde hace 6 años, con niveles que estuvieron oscilando en el 20% anual, salvo estos dos últimos en que se está cerca del 30%. Es que el alza del costo de vida termina erosionando el poder adquisitivo, viéndose siempre más perjudicados quienes tienen ingresos fijos y además de montos medianos o pequeños. 

Autor: Redacción

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