Editorial

Población y clima

Las conclusiones sobre la población mundial fueron cambiantes a lo largo de las últimas décadas, con muy distantes objetivos, pues cabe recordar que poco después de mediados del siglo anterior comenzaron a establecerse diagnósticos alarmantes respecto a la evolución vertiginosa de la densidad demográfica, que llevaron a la toma de medidas bastante drásticas en algunos países, especialmente aquellos más poblados, como los casos de la India y China.

En el primero de los nombrados, a comienzos de la década del '70 se dispuso la esterilización obligatoria de millones de mujeres, en tanto que en otros países como Bangladesh e Indonesia las familias fueron obligadas a tener menos hijos, no pudiéndose exceder de la cantidad mínima impuesta en cada región, en tanto que la China -el país más poblado del mundo- se impuso el control de la natalidad con un solo hijo por familia en 1980, lo que se mantiene hasta la actualidad, aun cuando se sabe que existen algunas posibilidades de no cumplir esa disposición, según sean las familias en cuestión.

Simultáneamente las Naciones Unidas organizó en 1974 la primera Conferencia Mundial de la población para debatir el serio problema que consistía, según el criterio de ese momento, el alarmante crecimiento de la población mundial.

Sin embargo, aun cuando no exista una absoluta unanimidad sobre el tema, la denominada "crisis de población" comenzó a ser dejada de lado en virtud que la tasa de crecimiento experimentó algunas bajas de importancia, quedando centralizado el problema sólo en Africa subsahariana. 

De tal modo, en 1994 en la segunda Conferencia de Población, los objetivos demográficos que se habían planteado 20 años antes prácticamente habían sido abandonados, reemplazados por otros como la reducción de la mortalidad infantil y elevar el acceso a la salud reproductiva.

Ahora, poco a poco están reapareciendo las preocupaciones por la densidad demográfica, justificándose no tanto por la alimentación que requerirá ese agregado, como se argumentaba entonces, sino por el alivio que significaría para el deterioro del cambio climático. En tal sentido, un estudio elaborado en Estados Unidos, Alemania y Austria da cuenta que si la población mundial alcanzara sólo a 7.500 millones de personas a mediados de siglo en lugar de los 9.000 millones que se estima, en 2050 se estaría arrojando entre 5 y 9 mil millones de toneladas menos de dióxido de carbono a la atmósfera. 

De contenerse la expansión de la población en la cantidad referida ofrecería alrededor del 21 por ciento de reducción de emisiones necesarias para que en los próximos 40 años evitar que la temperatura global del planeta se incremente en algo más de 2 grados centígrados, que es el tope que los científicos predicen llevará a provocar muy severas alteraciones en el clima, con consecuencia que ahora ya han comenzado a registrarse y que serán muchísimo peores, como el deshielo de los casquetes polares, el aumento del nivel de los mares y la transformación en semidesérticas de regiones que ahora son de muy buen nivel de producción.

Pero además de este fuerte impacto en favor de la conservación del clima, que es uno de los motivos que más desvela, el que haya menor cantidad de personas sobre el planeta también ayudaría en cuanto a no tener que llevar la producción alimenticia a niveles tan altos, estimándose que en 2050 se necesitará 70 por ciento más de alimentos, meta que si bien puede llegar a lograrse, origina cierta incertidumbre por algunas de las cuestiones puntadas, como por ejemplo la posibilidad de producción que perderán muchas regiones que serán afectadas por la suba de temperatura. La ecuación es simple: menos tierra para cultivar y necesidad de mayor producción, provocan que haya dudas cuando se tira la raya para medir los resultados.

En el mes de septiembre se realizará una tercera Conferencia sobre Población, transcurridos ya otro ciclo de 20 años y seguramente allí se trazarán nuevas metas y objetivos, donde será inevitable relacionar el tema con la alteración del clima, tal como lo vienen planteando los especialistas. Aunque, considerando la casi nula efectividad de las conferencias mundiales sobre el clima, es muy probable que aquí haya parecidos resultados, pues cuando se trata de problemáticas comunes, que hacen al bienestar general, los países más ricos y poderosos permiten que prevalezcan sus intereses sectoriales, frustrando las buenas intenciones del resto.

Autor: REDACCION

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