Editorial

Plásticos y medio ambiente

La cuestión del medio ambiente se encuentra en lo más alto de las agendas de las organizaciones supranacionales y de los gobiernos, incluso también de compañías del sector privado, que en algunos casos lo hacen por convencimiento, es decir creen que deben asumir un compromiso para proteger el planeta, y en otros lo hacen por conveniencia, esto es porque mostrarse como una empresa verde les genera mayores réditos económicos. Más allá de las discusiones éticas o de carácter moral, está comprobado que la actividad del hombre impacta en el estado de salud de la Tierra. 

A veces -quizás la mayoría de las veces- sobreexigimos los recursos naturales por nuestro afán de hacer dinero con prácticas nada sustentables. Enriquecernos hoy sin importar la herencia hacia las futuras generaciones, parece ser el lema que aún domina en los ámbitos de negocios. El capitalismo a secas, egoísta por naturaleza. 

De todos modos, la reacción de gobiernos, organizaciones de la sociedad civil e incluso de personas que adoptan hábitos y modos de vida congruentes con el respecto a la naturaleza comienza a percibirse. Más allá de que todavía falta avanzar para poner en marcha los acuerdos que permitan frenar el maléfico cambio climático -ojalá que cuando se comience realmente no sea tarde para revertir la degradación y el aumento de la temperatura del planeta, una enorme amenaza para la vida-, se perciben acciones positivas. Está claro que muchas veces fácil es decir y difícil es hacer. Pero cuando no queda más remedio que pasar a la acción, hay que hacerlo le pese a quien le pese.  

Esta semana la Unión Europea acordó prohibir a partir de 2021 años la mayoría de plásticos de un solo uso, incluyendo los bastoncillos para los oídos, las pajillas para beber o las cucharitas, que contaminan los océanos y las playas del planeta. La legislación, adoptada en un tiempo récord tras la propuesta inicial de la Comisión Europea en mayo, prohibirá una decena de categorías de productos que representan el 70% del plástico que termina en los océanos y en las playas.

El acuerdo fue alcanzado de madrugada entre los negociadores del parlamento europeo, los estados miembros y la Comisión. El texto todavía necesita el aval de otras dos instituciones, el Parlamento y el Consejo de la Unión Europea, y se espera que termine su recorrido legislativo a principios de 2019 para poder empezar a aplicarse en 2021. "Los europeos son conscientes que los deshechos plásticos constituyen un enorme problema y la UE en su conjunto ha demostrado una gran valentía, convirtiéndose en líder mundial de la lucha contra los deshechos plásticos marinos", dijo el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, citado en un comunicado.

La Comisión Europea califica la directiva del "instrumento jurídico más ambicioso del mundo en materia de deshechos marinos". Algunos productos de plástico de un solo uso quedarán prohibidos si existen alternativas sin plástico, como los bastoncillos para los oídos, los cubiertos, los platos, las pajillas para beber o los bastones que se usan en los globos.

Para otros tipos de productos el objetivo es reducir su consumo a nivel nacional, ser más exigente en su diseño y su etiquetado o crear nuevas obligaciones para los productores en materia de gestión y de limpieza de los deshechos. Si se mide en peso, en 2050 habría más plástico que peces en los océanos del mundo, si seguimos echando plástico al mar al ritmo actual, advirtió Elisabeth Köstinger, la ministra austriaca de Desarrollo Sostenible, cuyo país ejerce la presidencia pro tempore de la UE. 

Además, se busca en el futuro prohibir los plásticos llamados oxodegradables (considerados abusivamente como biodegradables aunque en realidad sólo se fragmentan en partículas minúsculas) así como los vasos y los recipientes de poliestireno expandido, que suelen usarse para la comida para llevar. El acuerdo también crea el objetivo de reciclar el 90% de las botellas de plástico antes de 2029.

El texto también se fija el objetivo de que en 2025 la fabricación de botellas tenga un 25% reciclado y un 30% en 2030.

Además de la protección de los océanos, la Comisión explicó que la directiva europea tiene otras ventajas medioambientales y económicas. Entre ellas, impedir la emisión de 3,4 millones de toneladas equivalentes de CO2, evitar daños medioambientales que costarían el equivalente de 22.000 millones de euros hasta 2030 y permitir que los consumidores se ahorren unos 6.500 millones de euros.

La alianza Rethink Plastic, que reúne a varias oenegés, calificó el texto de un "paso adelante importante" pero considera que no responde totalmente "a la urgencia de la crisis".

Como siempre este tipo de decisiones pueden afectar intereses. Al respecto,  Meadhbh Bolger, de la organización Friends of the Earth Europe, elogió a la Unión Europea por la medida adoptada pero también alertó que el lobby del plástico, es decir las industrias del sector, consiguieron retrasar y debilitar los acuerdos alcanzados. Un paso a la vez. 


Autor: REDACCION

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