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PETICIONES

Peticiones


A Dios le pedimos muchas cosas. ¿Sabemos elegirlas? ¿Sabemos pedirlas? Una interesante lista de sugerencias escritas por Zenaida Bacardí de Argamasilla puede ayudarnos en la tarea. Para muestra, selecciono algunas:

"No le pidas a Dios que te dé grandes éxitos, sino pequeños adelantos diarios en la virtud.

No le pidas a Dios que aligere el peso de tu vida, sino que te dé fuerzas para llevar el que El quiera ponerte.

No le pidas poder demostrar que tienes la razón, sino que te deje entrar siempre en el fondo de verdad que pueda tener el otro.

No le pidas que todo el mundo te escuche, sino guarda silencio para que puedas escuchar a los demás.

No le pidas felicidad plena, sino saber hacer dichosa la vida con lo que tienes a tu alcance.

No le pidas tanto viento que te sople, sino mejor brújula que te oriente.

No le pidas la magia de la suerte, sino el merecimiento del trabajo.

No le pidas concebir muchos proyectos, sino una sola obra bien realizada.

No le pidas a Dios éxito rotundo, sino la rendijita que siempre te deja ver el punto débil de tu pequeñez.

No le pidas la parcela menos árida, sino los mejores jugos para sembrarla.

No le pidas que nadie se interponga, sino que de todos sepas defenderte.

No le pidas que nunca te interrogue, sino que siempre te encuentre definido.

No le pidas desconocer el dolor, sino saber humanizarte con él.

Y a la hora de morir, no le pidas lo que 'te mereces', sino lo que vale su sangre, su muerte y su cruz".

En realidad, no es que Dios necesite que le puntualicemos nuestras necesidades: las conoce mucho más que nosotros mismos.

Lo que sí podemos es desprendernos de todo aquello que impide una oración genuina. Como dice Kempis: "Antes de postrarte en oración, lanza de ti cuanto pueda embarazar el vuelo de tu espíritu".

Autor: Redacción

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