Editorial

Perú se define

Este domingo será el balotaje de las elecciones presidenciales en Perú, para decidir quién será el sucesor de Alan García en la presidencia, entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori, quienes en ese orden se ubicaron en los anteriores comicios generales. Por cierto, lo que ocurre en Perú es realmente llamativo, no dejando de sorprender a cuanto analista político o sociólogo haya analizado la situación, ya que ese país andino viene creciendo a "tasas chinas" -como se ha dado en denominar este explosivo crecimiento en la mayoría de los países de la región latinoamericana- en los últimos diez años, pero sin embargo los dos últimos presidentes que estuvieron al frente de ese proceso de expansión económica que le ha valido a los peruanos mejorar notablemente su condición de vida, fueron reprobados por la ciudadanía. Tal los casos de Alejandro Toledo, quien gobernó entre 2001-06, y ahora Alan García, que culminará su mandato iniciado en 2006 de muy mala manera, con altísimo porcentaje de imagen negativa en la población.

Allí tenemos una situación extraña, pero más llamativo es todavía que los dos candidatos que disputarán la presidencia en el balotaje del domingo, que fueron elegidos en las generales, son de claro sesgo autoritario y populista, por lo cual parecen inclinarse los peruanos, ya que entre ambos de resolverá la cuestión, habiendo sido seleccionados por la mayoría del pueblo por sobre todo el resto de ofrecimientos. Quizás debería recordarse que el premio Nobel Mario Vargas Llosa, luego de la definición entre estos dos candidatos, sentenció "los peruanos deberemos elegir entre el cáncer y el sida", lo cual no requiere ninguna explicación sobre su razonamiento sobre ambos. Lo cual no logró despejar con posterioridad, cuando trató de suavizar sus expresiones, ya que lo dicho no tuvo marcha atrás,  pues la contundencia había sido demasiado fuerte.

No es sencillo encontrar explicaciones a este fenómeno que está viviendo Perú, si bien existen algunas posibilidades de hacerlo, como el caso de Humala, quien tiene un importante aporte de votos en los sectores más carenciados, que aunque bajaron mucho en la última década -de 48 a 30 por ciento-, siguen siendo demasiados, de modo especial en las regiones sur y centro del país, donde está concentrada la mayor pobreza del Perú, y justamente ahí tiene este candidato su mayor fortaleza.

Keiko Fujimori en tanto, hija del presidente que había sido destituído por cargos de corrupción y luego encarcelado al regresar al país tras un período en que residió en Japón, cuenta con el respaldo del electorado que alienta en mayor medida el continuismo del crecimiento económico, con un núcleo duro del 20% del electorado que le viene de herencia de su padre Alberto, conformando de tal modo un caudal muy similar al de Humala, razón por la cual las chances de llegar a la presidencia se encuentran muy equilibradas.

Esta elección tiene mucho que ver con la región latinoamericana, ya que el presidente que viene en Perú, sea Humala o Fujimori, definirá la ubicación de ese país en lo que por ahora son dos bloques bien diferencias en cuanto a sus políticas, por un lado Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia, en tanto por el otro alistan Brasil, Chile, Uruguay y Colombia. Las diferencias entre ambos grupos son muy claras, tanto en el respeto por las instituciones, como en el aprovechamiento del crecimiento económico de estos últimos años.

Uno de los más serios problemas que enfrenta Perú, al igual que otros países de la región, es la deficiente distribución del ingreso, ya que si bien la pobreza ha registrado una disminución, quienes quedaron incluidos dentro de la misma que suman un tercio del total de la población, son mucho más pobres que antes, en tanto que los ricos son ahora mucho más ricos que al comenzar este período expansivo.

Una salvedad sobre la cual insistió sostenidamente Humala, pues le venía restando posibilidades, es que de llegar a la presidencia no se inclinará hacia el modelo de Chávez en Venezuela, lo cual dejó bien en claro y sin eufemismos, pues la gente de Perú no tiene simpatías por el chavismo. Por su parte Fujimori, tuvo en sus promesas de combatir la inseguridad a uno de sus caballitos de batalla en la campaña, lo que le valió convencer a una franja importante del electorado que ve en la falta de seguridad uno de los mayores males de la actualidad. Y como el fujimorismo tiene experiencia en ese sentido, es que Keiko se sustentó en el recuerdo que dejó su padre, aunque alejándose prudentemente del halo de corrupción que predominó en su fracasa gestión.

Este domingo será el balotaje y la definición, en un final donde las posibilidades se encuentran al parecer equilibradas.

Autor: Redacción

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