Editorial

Peligro en la era digital

Nada ni nadie puede escapar a los efectos, positivos o negativos, que genera la revolución tecnológica en la que estamos inmersos desde finales del milenio pasado. La sociedad se despapeliza gradualmente porque el universo digital se impone en nuestra vida cotidiana. Nos entretenemos, estudiamos y trabajamos con un celular en la mano o frente a una computadora que a veces nos consumen toda la energía. La automatización es moneda corriente en el interior de nuestras fábricas, los sistemas de salud incorporan equipos cada vez más sofisticados y el streaming y las aplicaciones se coronaron reyes en ese espacio intangible que nos permite acceder a contenidos que parecen infinitos. Las redes sociales también ocupan un lugar en ese podio de este nuevo mundo que nos toca vivir. 

De la mano de la tecnología hemos logrado progresos impensados hasta hace pocos años. De todos modos, no todo lo que brilla es oro porque nuestra actitud frente a esta nueva oferta cae en la tentación de navegar sin rumbo, algo así como ingresar a Instagram y mirar contenidos de la vida de otros sin ocuparnos de nuestra propia existencia. Mientras nuestro cerebro permanece atrapado en un celular, nuestro cuerpo se abandona postergando obligaciones.

En este marco, la sobrecarga informativa que se advierte en estos tiempos puede saturar nuestra capacidades físicas y poner en riesgo nuestra salud. Alguna vez el especialista en medios y docente universitario, Oscar Landi, escribió un libro llamado "Devorame otra vez", que tenía como subtítulo la siguiente frase: qué hizo la televisión con la gente. Qué hace la gente con la televisión. Podríamos adaptar ese interrogante a nuestra actualidad y preguntarnos que hacemos con internet y su universo paralelo. En la contratapa de ese libro se destaca que el advenimiento de la televisión generó una pregunta para algunos inquietante: saber qué efecto tendría ese aparato sobre la gente. Con el paso del tiempo, la pregunta ha ido girando sobre sí misma hasta invertirse: hoy en día suscita mucho más inquietud saber qué hace la gente con la televisión. 

Oscar Landi sostiene en su obra que el pedido de "ser devorados otra vez" no es otra cosa que el afán de actores y espectadores, reporteados y reporteros, famosos y anónimos, individuos y muchedumbres, de participar del efecto de realidad que producen las imágenes en el mundo actual: dicho en otros términos, que en este fin del milenio algo existe si, y sólo si, atrae la atención de la TV. Hoy las redes sociales nos dan esa visibilidad. 

Este análisis se completa citando un estudio de Kaspersky, compañía internacional especializada en seguridad informática, junto a la empresa de investigación CORPA, reveló que el 61% de los latinoamericanos sintió los efectos de la infodemia en el entorno laboral durante el último año. El informe “Infodemia y los impactos en la vida digital” ya había expuesto que 55% de los argentinos se sintió saturado por la gran cantidad de información sobre un mismo tema, lo que los expertos compararon con un ataque a nuestro cerebro, que al saturarse nos genera un apagón mental. 

De los que sienten los efectos de la infodemia en el trabajo, el 21% de los argentinos dijo que procura trabajar más tiempo como método de escape de la constante información. Además, el 18% dice que el apagón mental causado por la infodemia hizo atrasar su trabajo y el 23% admitió sentirse más distraído.

En algún momento, deberemos aprender a poner límites a ese imán que es internet y en lo posible generar anticuerpos que nos defiendan de este nuevo fenómeno llamado infodemia. 

Autor: REDACCION

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