Suplemento Economía

“Para gobernar Rafaela, no se puede improvisar”

Desde ya, administrar es una tarea de ejercicio sistemático, rutinario, donde el orden se impone y las concepciones de equilibrio fiscal, racionalidad administrativa, formación de recursos humanos y control de procesos y resultados, son esenciales.

Pero nosotros creemos en funciones mucho más ambiciosas para los gobiernos que están cerca de las necesidades humanas; que están muy cerca -o debieran estarlo- de los habitantes, objeto, finalidad y destino de todas las acciones de quienes se precien de ser buenos administradores públicos.

Pero el tema en cuestión no es solamente obrar con criterio “administrativista”: los que desempeñaron o desempeñan funciones dentro de estructuras del Estado -cualquiera fuere-, saben muy bien que no debe haber una conducta meramente distributiva de bienes y servicios. Antes bien, debe ser atendida la dignidad de las personas, contribuyendo a procurarles educación, formación y sustento en base a su trabajo y esfuerzo genuino.

Entonces, los gobiernos locales tienen esa tarea indelegable que -además- pasa por recrear políticas, acciones concretas en distintos niveles: provincial y nacional, toda vez que muchas de las funciones siguen estando en manos de dichos estamentos dentro de la estructura gubernamental.

Sabido es que en las últimas décadas, los gobiernos locales han asumido múltiples roles que antes les correspondían a la Nación o a las provincias… pero también es cierto que la capacidad de ejecutarlas con éxito y de hacerlas a escala “humana” que habitan cada territorio, es infinitamente superior.

Nosotros apelamos a que las administraciones municipales, comunales o distritales sean no solamente eso sino, antes bien, conductores de un conjunto hacia reales objetivos de crecimiento, no solamente en términos materiales sino también personales y grupales.

De allí la necesidad de planear las acciones, de administrar con sabiduría y, finalmente de ser estrictos en los controles y en las rendiciones de cuentas a la ciudadanía. Sin estos últimos aspectos, hay un trípode virtuoso que no termina de jugar en beneficio de los ciudadanos.

Autor: CPN Ricardo Peirone

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