El reconocido urbanista británico Greg Clark, dice que las grandes urbes deberán renunciar al turismo masivo, y que el teletrabajo llegó para quedarse. Sostiene además con énfasis cómo pueden las ciudades globales superar una crisis que cuestiona su propia naturaleza diversa.
Los rasgos de esa nueva normalidad, según la visión de este urbanista, están recogidos en una relación de siete puntos:
1- Relocalización. Hay que promover una relocalización de las cadenas de suministro y de producción. Muchas ciudades han descubierto a lo largo de esta crisis sanitaria que no tenían capacidad de acceder al suministro de comida, medicina, material médico o componentes industriales. Tanta dependencia crea una vulnerabilidad excesiva. “hay que avanzar hacia un reequilibrio local y regional que prime más el “just in case” (por si acaso) que el just in time (justo a tiempo). Uno de los objetivos asociados es que, al diversificar sus sectores productivos, la ciudad cree empleos más diversos.
2- Digitalización. Más teletrabajo, más teleconferencias, más entrega a domicilio, más telemedicina, más entretenimiento en casa. “En pocos meses hemos completado un cambio que supone todo un ciclo tecnológico, y esto dejará en algunas áreas un legado perdurable. En muchos casos no se volverá al patrón analógico anterior”. Hay que verlo como una oportunidad”.
3- La salud humana. Con la pandemia, se ha puesto de manifiesto como nunca antes el alto grado de desigualdad que hay en las ciudades. Han sufrido especialmente las consecuencias del Covid-19 los pobres, los mayores, las minorías o los grupos de riesgo. “Hay que invertir más en salud, en hacer la vida más saludable, en que pueda hacerse ejercicio, en la calidad del aire para que la población”.
4- Cambio climático. Hay que poner énfasis en que la crisis climática es una prioridad global. A lo largo de esta crisis sanitaria se ha minusvalorado el vínculo entre la salud humana y el calentamiento global. “Parte del problema del cambio climático es la manera en que tratamos el planeta en beneficio de nuestro sistema alimentario y la destrucción de los hábitat de los animales.
5- Nuevo uso del espacio público. Afirma Greg Clark: “La idea de que mucha gente vive en un área residencial y viaja a su lugar de trabajo en el centro con coche o con transporte público es difícil de sostener cuando nos damos cuenta de que los edificios de oficinas y los propios sistemas de transporte de alta capacidad se han convertido en un riesgo para la salud. “Conseguiremos una ciudad más distribuida en el espacio urbano”. Habrá más actividad en nuevas localizaciones, más gente viviendo en las segundas y terceras coronas metropolitanas, compartirán población con otras ciudades más pequeñas de su entorno.
6- Más papel de los gobiernos. En opinión de Greg Clark, un fenómeno obvio es que las ciudades han acabado asumiendo el papel primordial de los gobiernos como garantes de la salud. “Los gobiernos centrales van a estar a partir de ahora más presentes en nuestras vidas, con responsabilidades en cuestión de salud, de clima, de calidad del aire, de cadenas de suministro alimenticio o de comercio”.
7. Un nuevo contrato social. “Esta pandemia ha puesto de manifiesto que hay mucha desigualdad, pero también ha mostrado la solidaridad entre la gente, con los trabajadores de la salud y de emergencias, así como un nuevo sentido de pertenencia a la comunidad y al vecindario”, “es importante tener una comunidad local más fuerte, pero también un contrato social más sólido que tenga consecuencias fiscales”.
El urbanista se refiere a la eclosión sin parangón del comercio digital: “Eso nos debería obligar a gravar más a las empresas que sacan dinero de esto, y a destinar ese dinero a mejorar los servicios públicos”, concluye.