Sociales

Padres e hijos

"La atmósfera familiar debe estar impregnada de confianza, diálogo, firmeza, respeto bien entendido a la libertad incipiente; es decir, de todo lo que lleva a la iniciación gradual en el encuentro con el Señor y en las costumbres que honran ya al niño y preparan al hombre de mañana".

A partir de esta cita de Juan Pablo II, el padre Ricardo Facci, en "Creciendo juntos", ayuda a reflexionar sobre un puente: el de la relación entre padres e hijos. Dice:

"Entre los padres y los hijos debe existir un puente tendido, abierto, franqueable, a través del cual la vida, las inquietudes, los afanes y los problemas de los hijos encuentren respuestas prontas y eficaces.

Esto exige de los padres seguridad, o sea, que se presenten ante sus hijos como hombres y mujeres de verdadero valor y les ofrezcan el testimonio de un amor conyugal sin fingimiento. Los padres son uno de los extremos del puente, que ha de ser sólido, fuerte, estable, seguro. El otro es la persona del hijo, sujeto de la educación, quien posee un ser personal, determinado, con capacidad de razonar y elegir. Es alguien que tiene la posibilidad de asumir con libertad su propia misión. En ningún momento de su vida es un objeto que se puede manejar, manipular por capricho, ni siquiera cuando es pequeño y no puede valerse de sus propias fuerzas.

Los padres no son amos de sus hijos. Los han engendrado, es cierto, colaborando de una manera personal y activa en el don maravilloso de la vida; pero el único dueño de los hombres ' es Aquel que les ha dado el ser en su más honda raíz.

Decíamos que el otro extremo de este puente educativo es el hijo en su ser personal y libre. No se lo puede manejar arbitrariamente. La persona tiene como característica fundamental el ser sujeto de diálogo, el poder afirmarse ante los demás con una presencia llena de valor y contenido. El padre o la madre considerarán este hecho siempre que piensen en la educación de los hijos, aun cuando durante un buen período de su vida el pequeño no tenga conciencia de lo que va a ser ni pueda fundamentar el yo y el tú de la persona madura. En ningún caso se lo puede mirar como cosa o como arcilla moldeable para hacer de él una figura al antojo de sus padres".

Autor: Redacción

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