Editorial

Ozono en deterioro

La capa de ozono está alcanzando niveles de deterioro realmente alarmantes, ya que se termina de conocer que ahora la dimensión del agujero formado sobre la región ártica es de un tamaño similar al existente en el antártico, que siempre había sido la mayor preocupación. Ahora el mal es parecido en ambos polos, con lo cual los efectos negativos son similares y avanzan al unísono desde ambos extremos, no sólo con el recalentamiento global de la tierra, sino con toda la secuela de fenómenos que vienen ocurriendo y la alteración del clima en grandes regiones del mundo.

Para tener una idea más próxima a la dimensión del agujero sobre el Polo Norte -que es muy similar en magnitud al que ya existía desde mucho antes en el Polo Sur-, digamos que el mismo es unas cinco veces la superficie de Alemania.

Un dato difundido por los científicos que realizaron este estudio, da cuenta de un corrimiento que hubo de este enorme agujero, ubicándose en su desplazamiento sobre Europa del Este, Rusia y Mongolia, exponiendo a poblaciones de esos territorios a niveles muy altos de radiaciones ultravioletas, ya que la inexistencia de la capa de ozono no posibilita el filtrado de esos rayos, cuyos efectos significan entonces un tremendo daño.

El ozono es una molécula conformada por tres átomos de oxígeno, formándose en la estratósfera y desde allí -como decimos- filtra los rayos ultravioletas, que dañan de manera muy importante a la vegetación, y que en el caso de los seres humanos pueden provocar cáncer de piel, o bien dañar la vista debido a cataratas.

¿Cómo se produce el daño de la capa de ozono? Pues aún cuando fue muchas veces comentado desde esta misma sección editorial, resulta conveniente seguir machacando con el tema, ya que son los gases con afecto invernadero que emanan desde la tierra y con su acumulación terminan por dañar de esta manera, vulnerando la capa de ozono. Tales gases son los que se utilizan en muchas industrias, preferentemente en refrigeración y en los aerosoles, debido a los compuestos de cloro.

Si bien hubo ciertos descensos en la producción de estos gases, en realidad esto se viene conociendo desde hace décadas, y en cada cumbre del clima se tomaron compromisos serios, pero nunca se cumplieron como es debido, ya que muchos países -los principales emisores- prefieren proteger las economías de sus industrias por sobre el hábitat humano. En ese caso se encuentran Estados Unidos y China como los mayores emisores de gases de esas características, constituyendo una actitud realmente incomprensible, ya que más temprano o más tarde, el perjuicio que se hace sobre la tierra es irreparable, y nadie conseguirá quedar exceptuado de sus efectos.

De todas maneras ahora se conocen nuevos estudios que agregan otros factores de riesgo. Uno de ello el frío, que este invierno ha sido por sobre los valores normales, ya que -se asegura-, el frío, el vapor de agua y las moléculas de ácido nítrico se condensan formando nubes en las capas bajas de la estratósfera, emitiéndose de las mismas el cloro que finalmente contribuye a acelerar el proceso de destrucción de la capa de ozono.

Frente a estas nuevas alternativas, donde además de los gases se suma el frío como factor destructivo de la capa de ozono que protege a la tierra, se han intensificado los estudios, obteniéndose algunas consecuencias preliminares, dando cuenta que en el sector Norte el nivel de deterioro es mucho más variable, con mayor limitación que en la parte Sur, indicándose como responsables que en este último lugar la intensidad del frío es mucho mayor. La afectación, según datos satelitales, comienza a producirse a una altura comprendida entre los 15 y 23 kilómetros, habiéndose constatado que la pérdida de masa más significativa había sido entre 18-20 kilómetros con el 80 por ciento, lo cual ratifica el poder denominar "agujero" a la vulneración ocurrida entre el invierno 2010 y la primavera 2011.

Otra de las consecuencias que los argentinos tenemos bien al alcance son la importante reducción que han tenido los glaciares mendocinos, que se contrajeron un 20 por ciento en los últimos 50 años, pero ahora con un ritmo mayor de aceleración, y además, más grave aún, la directa desaparición de algunos de ellos, como los dos mayores cuerpos del Parque Provincial Aconcagua -cuya constatación databa de 1900- que ya no existen en este momento.


 

Autor: Redacción

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