La nueva crisis del sector lechero en la región es, simplemente, un capítulo más de una larga película que se repite, periódicamente, en los últimos años, décadas quizás. Las tensiones obedecen siempre al precio que la industria le paga a los tamberos, teniendo en cuenta para su definición múltiples variables como el nivel de producción, la demanda interna, los volúmenes exportados y lógicamente la rentabilidad necesaria. Pero los cálculos los hace la industria en forma unilateral y cuando decide bajar el valor de lo que paga a sus proveedores de leche se generan tensiones como las que surgieron por estos días en la región, una de las más importantes de Sudamérica en lo que hace a producción lechera.
En un contexto inflacionario caracterizado por una permanente suba de costos no es fácil renunciar a los ingresos. Así, mientras las expectativas de los tamberos es recibir un aumento de lo que producen la decisión de la industria de pagar menos es un verdadero golpe al bolsillo de los chacareros. En cierta medida, es como si a los asalariados les avisaran en las paritarias -como las que se iniciaron en el ámbito del sector público de la Provincia de Santa Fe- que no habrá incrementos sino peor aún, se reducirán los sueldos un 5 ó 6 por ciento. ¿Cómo reaccionarían los gremios y sus bases?
No es complicada la respuesta: seguramente medidas de fuerza y protestas con muy pero muy mal humor. Exactamente lo que se observa por estos días en Rafaela y los pueblos de la zona donde, a pesar del avance de la soja, todavía predominan las explotaciones tamberas.
Enojados, los dueños de los tambos que lideran las movilizaciones advierten que no están dispuestos a hipotecar el futuro de sus hijos, entendiendo que trabajar a pérdida en la producción de leche es descapitalizarse hoy y, tal vez, fundirse mañana. Convocar a una protesta a más de un centenar de tamberos para plantarse en los portones de la industria no es menor en un sector acostumbrado a trabajar de sol a sol y sin gimnasia para este tipo de movilizaciones.
"Nosotros no queremos estar acá sino en el campo atendiendo el tambo, las vacas, ver el tema de los forrajes y cómo hacemos para ser cada vez más eficientes, invirtiendo en tecnología y procesos para cumplir con las exigencias cada vez más altas de la industria. Pero si perdemos plata vamos a contramano, el capital se termina y no estamos en condiciones de absorber esta nueva pérdida. Si vas al supermercado o a tus distintos proveedores, todos te avisan que hay aumentos. Y encima uno tiene menos plata en el bolsillo. La ecuación no da, es insostenible y por eso hay que pelear, hay que resistir". Esta confesión es de un productor, pero podría ser la de todos al plantear con absoluta transparencia la difícil posición del primer eslabón de la cadena lechera.
En este escenario, ya hubo dos movilizaciones frente a industrias de Rafaela y de la región. Esta semana incluso un combativo productor estacionó un acoplado cargado de gomas viejas en el acceso de un establecimiento de una industria láctea en Suardi. Desde una perspectiva simbólica, la medida es toda una declaración de que la producción primaria está dispuesta a no quedarse con los brazos cruzados mientras la industria recalcula hacia abajo el valor del litro de leche. Se desliza que habrá quema de cubiertas si se mantiene una posición inflexible en el mostrador de los industriales.
Mientras el conflicto parecía inevitable, la dirigencia buscó salvavidas en el Gobierno nacional aunque la respuesta fue escasa y apenas hubo pedidos formales a la industria para que revise su decisión de bajar lo que paga por el litro de leche, pero fue sin peso y sólo para cumplir.
Esta semana, el diputado nacional Mario Barletta fue el primero que sugirió con gran sensatez que, ante un diálogo de sordos, sería el Gobierno provincial el que debía ponerse manos a la obra para promover una negociación y superar las diferencias. Ayer el ministro de la Producción, Carlos Fascendini, reveló en su visita a Rafaela que la semana próxima se reunirá la Comisión Provincial de Lechería a la que fueron convocados representantes de la industria y de los tamberos. El objetivo es negociar, dialogar, consensuar y dejar atrás esta instancia de confrontación que desgasta y no suma nada para un sector competitivo teniendo en cuenta las ventajas comparativas de la pampa húmeda para la actividad lechera. En nombre de los miles de puestos de trabajo que crea la producción de los tambos y la industria láctea es una necesidad imperiosa para toda la región. Ojalá el malestar de unos con otros termine en la mesa de diálogo con un apretón de manos y un compromiso para continuar, juntos, bregando por el desarrollo del sector y el bienestar de la región.