Editorial

Olas de caos y violencia

Varios países latinoamericanos parecen estar sentados -literalmente- sobre volcanes en erupción.

Manifestaciones, destrozos, violencia descontrolada, enfrentamientos y lo más lamentable, personas fallecidas como consecuencia de esas situaciones, están marcando un octubre preocupante en diferentes países latinoamericanos.

Fue en Colombia donde se declaró el primer foco de conflicto, con estudiantes y centrales obreras reclamándole al Gobierno el cumplimiento de los acuerdos pactados, supuestamente por el manejo irregular del presupuesto.

Las marchas se sucedieron en contra del presidente Iván Duque Márquez en diferentes ciudades, teniendo como punto de inicio a la capital Bogotá, donde un grupo de estudiantes de la Universidad Distrital encabezaron las protestas, que luego se extendieron a Medellín, Cali y Barranquilla, por señalar únicamente a los centros urbanos más poblados.

Los disturbios fueron ganando en intensidad y afectaron dependencias de la sede de la Universidad Javierana, que tras su prescindencia inicial, a partir de esa situación también adhirió a los reclamos, generándose una serie de enfrentamientos durante varias jornadas entre representantes estudiantiles y la fuerza pública, que intentaron controlar los ataques de los revoltosos contra bienes públicos y privados.

Casi al mismo tiempo, se vivió un panorama similar, aunque de mayor gravedad de acuerdo con el balance definitivo que se conoció luego que volvió la calma, en otro país sudamericano, Ecuador.

Luego de haber anunciado el recorte de subsidios a los combustibles, el presidente Lenín Moreno fue severamente cuestionado por diferentes movimientos, en particular indígenas, que lideraron una tremenda rebelión, que dejó como saldo la muerte de al menos ocho personas en la ciudad de Quito, donde se registraron los mayores incidentes y se vieron afectados edificios gubernamentales.

La ola de violencia se trasladó el jueves pasado a México, específicamente a la ciudad de Culiacán, ubicada al oeste de ese país. La misma se originó por la detención de Ovidio Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín "El Chapo" Guzmán, actualmente encarcelado en un centro penitenciario de Estados Unidos.

Ovidio forma parte del llamado "cartel de Sinaloa", una de las más poderosas organizaciones de narcotráfico en el mundo y tras ser intensamente buscado por las fuerzas de seguridad fue capturado y enviado a prisión. Sin embargo, grupos armados irrumpieron en esa región, desencadenándose violentos enfrentamientos, que arrojaron un balance de ocho muertos.

Finalmente, con el propósito de "preservar la seguridad en el país" y en una decisión muy cuestionada, el presidente Andrés López Obrador anunció la liberación de Guzmán, para dar por finalizadas las hostilidades.

La pesadilla no se detiene y el viernes se instaló en Chile, a partir del aumento del boleto, que desató una serie de acciones violentas en las ciudades más importantes del país trasandino, pero de manera especial en Santiago, donde hubo incendios de supermercados, saqueos y vandalismo en la capital.

Valparaíso, Concepción y Temuco, entre otras ciudades, fueron escenario de hechos también preocupantes, que obligaron al gobierno de Sebastián Piñera a decretar el toque de queda en una jornada luctuosa, que dejó el triste saldo de tres personas fallecidas y la voluntad del presidente de derogar el decreto, que de todos modos, debe recibir la aprobación de un organismo gubernamental.

La situación en Latinoamérica será analizada en una reunión extraordinaria de las Naciones Unidas, en la que se tratará de encontrarle una solución al eventual recrudecimiento de los conflictos, que se replicaron de una manera alarmante en los últimos días y que, al margen de los acuerdos provisorios que se lograron en algunos casos, dan la sensación de no estar plenamente resueltos.

Autor: REDACCION

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