Enero ya es recuerdo. En el almanaque, está claro, pero no así en las sensaciones, porque hace apenas un puñado de horas que se dio vuelta la hoja del primer mes del año.
Hoy, nos recibe febrero. Con renovadas ilusiones y las mejores expectativas en diferentes aspectos. Todos, nos planteamos objetivos. También, desafíos, para estos próximos 29 días que comenzamos a transitar.
La salud, el trabajo y la familia, son los temas que surgen de manera espontánea cuando llega el momento de expresar buenos deseos para lo que se viene.
Está bien que así se consideren las prioridades. Y es lógico que cada uno ubique en su lugar a esos aspectos. Claramente, por encima de cualquier otro que se pueda evaluar.
En estos tiempos, donde la violencia y la inseguridad nos siguen preocupando a todos por igual, la gente se concientizó de la gravedad de la situación y se volcó masivamente a las calles.
Ese tema ya lo abordamos en otros editoriales. Con esto no queremos restarle identidad a los reclamos, como lo señalamos en reiteradas oportunidades. Y lo vamos a seguir haciendo, tratando de aportar, desde este lugar, a una solución que lamentablemente no aparece.
Hoy, queremos ocuparnos de otro tema. Obviamente, no tiene el mismo interés que el antes mencionado, por una cuestión de trascendencia y por la relevancia de un flagelo que nos sigue golpeando fuerte, pero que, en este cambio de mes, también entendemos propicio desarrollarlo.
La referencia, como lo refleja el título, está destinada al período vacacional que hoy se inicia, justamente, en coincidencia con el arranque del fin de semana.
Enero arrojó números alentadores, pero también preocupantes. Por un lado, el turismo interno se potenció y los habituales lugares de veraneo trabajaron en la medida esperada, registrándose muy buenos porcentajes en las ocupaciones de los alojamientos y algo similar ocurrió con los servicios gastronómicos.
La inmensa mayoría disfrutó de los días que compartieron en familia o entre amigos, tanto en la primera como en la segunda quincena del mes anterior. Los presupuestos, en general, se respetaron y permitieron atender las necesidades planteadas en los cálculos preliminares. En ese sentido, no hubo mucho lugar para las sorpresas, al margen de ciertos abusos, que encontraron en las redes sociales los espacios adecuados para formalizar las respectivas denuncias.
Veranear dentro del país es la opción más accesible, como lo fue siempre. Hoy, con mayor razón, como consecuencia de las disposiciones económicas que en los últimos tiempos, atentaron contra el turismo internacional.
El cepo a la moneda extranjera que sirve de referencia en el mercado argentino, sumado al denominado "impuesto país", que a la ya elevadísima cotización del dólar le adiciona un 30 por ciento, condicionaron enormemente esas opciones.
La costa atlántica, las sierras cordobesas, el noroeste o el noreste y el sur, hoy son más que nunca los destinos elegidos por quienes tiene la posibilidad de destinar una determinada cantidad de pesos que esté a la altura de la mayoría de los bolsillos.
Se asegura, porque todos los estudios arribaron a esa conclusión, que viajar es la mejor inversión. Algunos no lo entenderán de esa manera, no por no estar convencidos, sino por tener otras prioridades, pero también lo aceptan.
Febrero es un buen mes para vacacionar. Sin las mismas "locuras" de enero, porque se estima que la cantidad de turistas bajará, fundamentalmente en la segunda quincena.
Los datos de enero se conocerán en las próximas horas y se espera un informe alentador, porque las cifras que se fueron suministrando periódicamente, dan cuenta de números que en muchos casos superaron las expectativas.
Las posibilidades de trasladarse centenas de kilómetros para quienes residimos en esta ciudad y la región, no es un dato menor, porque el combustible pasó a ser, desde hace un tiempo, una inversión significativa.
Claro que también pueden recorrerse distancias menores para encontrar buenos lugares de esparcimiento, que en definitiva ofrecen atractivos. Se trata, está claro, de una cuestión de presupuestos.
Como expresaba una publicidad televisiva, hay cosas que "no tienen precio". Las vacaciones son una de ellas. Muchas veces, se deben realizar esfuerzos demasiados importantes, a tal punto que tal vez obliguen a postergar otras necesidades.
Programar vacaciones no es hoy una tarea sencilla. No, seguramente, por la elección del lugar a visitar, en el que en un par de conversaciones se logra una rápida coincidencia, sino con los otros aspectos ya señalados y que tienen como discusión central la mejor utilización de los recursos.
Febrero ya llegó. Los que se inclinan por la primera quincena, sin duda, ya tienen resuelto hasta el mínimo detalle y están decidido a poner en marcha la aventura. Los que opten por la segunda tendrán a favor algo más de tiempo para ordenar los últimos detalles, pero de ninguna manera van a renunciar a tomarse los días necesarios para recargar las pilas.