Editorial

Nueva conducción

Con la elección de monseñor José María Arancedo como sucesor de su par Jorge Bergoglio -quien no podía aspirar a un nuevo mandato habida cuenta de haber conducido a la Iglesia durante dos consecutivos- al frente de la Conferencia Episcopal Argentina para el período 2011-2014, existe la posibilidad de una situación de mayor diálogo y entendimiento con el gobierno nacional,  considerando los antecedentes moderados de quien es arzobispo de Santa Fe.

La elección de Arancedo la realizaron los obispos en un rápido trámite, de apenas una hora, durante el desarrollo de la 102a. asamblea plenaria del Episcopado que tuvo lugar la semana pasada, y de la cual también fueron seleccionados monseñor Virginio Bressanelli de Neuquén, y el arzobispo de Salta monseñor Mario Cargnello, como vicepresidentes primero y segundo, en tanto que el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Enrique Eguía Seguí -colaborador inmediato de Bergoglio- continuará siendo el secretario general del Episcopado.

Los 90 obispos presentes en el cónclave, entre quienes se contaba Carlos María Franzini, el titular de la Diócesis cuya cabecera es nuestra ciudad, de acuerdo con las crónicas, expresaron su confianza en que Arancedo podrá llevar adelante los desafíos pastorales y políticos, especialmente estos últimos, que la Iglesia deberá enfrentar en estos tres años que vienen. Y se formula una característica particular respecto a lo político, por la siempre complicada y por momentos ríspida relación que se tuvo con el gobierno nacional, con algunos puntos álgidos como lo fue el matrimonio igualitario, y ahora en pleno proceso de tratamiento el aborto.

También existieron algunas otras posturas, de lineamientos más duros, como la corriente encabezada por monseñor Héctor Aguer, de La Plata, quien no obtuvo el respaldo suficiente para acceder a la mesa ejecutiva del Episcopado.

Con relación a otros aspectos que hacen a la personalidad de quien tendrá sobre su espalda el peso de conducir a la Iglesia estos tres años, digamos que José María Arancedo nació en Buenos Aires el 26 de octubre de 1940, habiendo cumplido hace muy poco 71 años, y que se ordenó sacerdote el 16 de diciembre de 1967. Es licenciado en Teología y se doctoró en Derecho Canónico, en Roma. Su lema episcopal es "Que todos sean uno". Fue ordenado obispo el 6 de mayo de 1988, en una ceremonia en la catedral de Lomas de Zamora.

Actualizado en materia de comunicaciones, Arancedo tiene un perfil en la red social Facebook bajo el lema "Desde el Evangelio", lugar en el cual el sábado pasado -apenas días antes de ser nominado al frente del Episcopado- deslizó un comentario sobre el Día Mundial del Enfermo. Su arzobispado en Santa Fe se inició el 13 de febrero de 2003, unos pocos días antes que la capital de nuestra provincia sufriera la peor inundación de la cual se tiene registros, en tanto que su designación en el lugar fue producto del alejamiento de monseñor Edgardo Storni y el escándalo que se había originado a raíz de ser denunciado por abusos de parte de seminaristas.

Muy de estos días, otro grave conflicto de carácter público que tuvo que enfrentar monseñor Arancedo, fue la desaparición de la imagen de la Virgen de Guadalupe del estadio de fútbol del club Colón, con todas las instancias que son de conocimiento público.

El nuevo titular del Episcopado es conocido por su moderación y predisposición al diálogo, siendo promotor del empleo de todo tipo de recursos para llegar a la comunidad, respaldando por ejemplo las metodologías del cura Sebastián Splawinski -de la localidad de Avellaneda en el norte santafesino- quien se acerca a los jóvenes oficiando misas en los boliches. 

El último encuentro que tuvo Arancedo con el papa Benedicto XVI fue el 11 de febrero pasado, integrando una misión del Episcopado argentino, la cual había sido encabezada por monseñor Bergoglio, su antecesor.

En crónicas posteriores a su designación, se destaca que sus pares reconocen a Arancedo por su manifiesta prudencia, como así también su capacidad de gestión, además de haber sido el redactor de varios documentos episcopales referidos al tema social, que fueron en su momento los de contenido más polémico.

La Iglesia ya tiene su nueva conducción, la cual habrá ahora que observar en cuanto a su direccionamiento, de modo especial en la relación con el gobierno nacional.

Autor: Redacción

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