Insertarse en el comercio mundial ante economías tan competitivas resulta un desafío cada vez más exigente para las empresas, más aún si actúan en países como la Argentina donde las reglas de juego cambian a veces sorpresivamente y la previsibilidad suele ser un activo escaso. En este marco, lograr un superávit de la balanza comercial resulta clave a la hora de garantizar el ingreso de dólares, más aún en tiempos de restricción del crédito privado para un país fuertemente endeudado que se encamina a renegociar con sus acreedores, en principio una flexibilización de plazos pero a esta altura nadie puede descartar una quita.
Esta semana el INDEC confirmó que en octubre la diferencia entre las exportaciones y las importaciones alcanzó los 1.750 millones de dólares a favor, lo que representa un máximo absoluto desde abril de 2012, cuando la tonelada de soja rondaba 500 dólares y el resultado positivo acumuló casi USD 2.000 millones. Asimismo, marca un récord para el superávit de un décimo mes del año y multiplica por ocho al saldo positivo registrado en octubre de 2018. Otro dato positivo es que la mejora obedeció a un salto del 9% de las exportaciones y no solo a un deterioro de las importaciones, que cayeron 19% en la comparación interanual.
Con estos números, la balanza comercial de bienes acumula un superávit de USD 11.200 millones a octubre. De esta manera, más que se revierte el déficit de USD 6.100 millones registrado en los primeros diez meses de 2018. En este caso, la mejora obedece principalmente al deterioro importador que retrocedió 26%, ya que las exportaciones crecen “solo” 5,5%.
En el escenario de corto y mediano plazo, el cambio de gobierno propone una recuperación gradual del salario para reactivar el consumo. Por tanto, si la actividad económica se recupera en el país necesariamente aumentarán las importaciones, por lo que será prioritario aumentar las exportaciones si se quiere mantener el superávit comercial.
En el plano internacional, las tendencias en el transporte aéreo de carga, el intercambio de materias primas o el de componentes electrónicos, entre otros, hacen prever que se mantenga la contracción del comercio mundial en el cuarto trimestre de 2019, señaló esta semana la Organización Mundial del Comercio (OMC). La entidad publicó los cálculos de su Barómetro de Comercio de Mercancías, que por debajo de los 100 puntos indica contracción, y lo situó en los 96,6 puntos, algo superior a la del tercer trimestre (cuando se situó en los 95,7, la peor cifra en nueve años) pero que aún refleja incertidumbres.
Los datos muestran una cierta mejora con respecto a las cifras anteriores pero siguen por debajo de la línea de los 100 puntos, sugiriendo que la debilidad en el tráfico de mercancías continúa en el cuarto trimestre, valoró la OMC. Cinco de los seis subíndices con los que se calcula el barómetro mostraron también contracción, especialmente bajos el del sector de la electrónica (88,2) y el de comercio de materias primas (91,4), siendo el de órdenes de transporte marítimo el único que marcó cierta expansión (100,8).
La OMC analizó que la lectura especialmente baja en el sector de alta tecnología es un reflejo de las subidas arancelarias sufridas en ese campo, por ejemplo en el marco de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. En octubre la OMC bajó de manera muy significativa sus previsiones de crecimiento para los intercambios globales en 2019, desde el 2,6 por ciento que adelantó en marzo al 1,2%.
Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revisó ligeramente a la baja sus previsiones de crecimiento mundial para 2020 y tampoco augura una clara mejora para 2021 a causa de la amenaza persistente de las tensiones comerciales. Igual que este año, en 2020 el crecimiento mundial debería situarse en 2,9%, todavía por debajo del 3%, es decir 0,1 puntos menos que las últimas previsiones de septiembre.
En 2020 el crecimiento remontaría al 3%, indicó la OCDE en sus previsiones económicas. Estas tasas de crecimiento son las más bajas desde la crisis financiera consideró la organización a la vez que apunta que la economía mundial seguirá viendo afectada por una fuerte incertidumbre política así como por la debilidad de las inversiones y los intercambios.
La institución subraya la acción de los bancos centrales para apoyar la economía pero advierte del "desequilibrio" entre las políticas monetarias y presupuestarias y pide políticas fiscales más "iniciativas" para estimular las inversiones a largo plazo. La OCDE expresa también preocupación por el deterioro de las perspectivas económicas y apunta a que los Estados no tomaron en cuenta cambios estructurales como la digitalización, el cambio climático o los cambios geopolíticos ocurridos desde finales de los años 1990.
Entre los países emergentes, la situación seguirá siendo crítica en Argentina, con una caída de su Producto Interior Bruto (PIB) del -3% este año (-0,3 puntos en relación a las últimas previsiones). En 2020 la caída del PIB sería menor (-1,7%) y en 2021 se recuperaría ligeramente (+0,7%).