Editorial

Niños y la guerra

Es realmente lapidario un informe del Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (UNICEF) respecto a la situación de los niños en el mundo, ya que 250 millones de ellos -lo cual arroja un promedio de un chico cada nueve- crece y se desarrolla en una región en guerra, es decir, donde la violencia extrema y el conflicto armado forma parte de la vida cotidiana durante largos períodos, ya que en la mayoría de los casos esta clase de escenarios no son breves, sino todo lo contrario, pueden extenderse mucho tiempo, incluso por gran parte de la evolución de un niño.

Siria es uno de los casos más traumáticos, constituyendo un verdadero grito de socorro para los niños, sometidos a situaciones extremas. Ese país se encuentra en guerra civil desde hace largo tiempo y sólo en los últimos 5 años nacieron 150.000 bebés mientras sus familias escapaban hacia otros lugares en búsqueda de asilo y refugio. El informe da cuenta que hubo en total 16 millones de nacimientos en regiones bajo conflictos bélicos, con todas las complicaciones que ello supone, comprobándose que las manifestaciones de violencia se orientan cada vez más hacia los más pequeños, quedando en situación de absoluto desamparo.

Cada día, al menos se producen cuatro ataques contra hospitales o escuelas, contándose entre estas últimas jardines de infantes o parques de concentración de chicos. Incluso existen tácticas realmente inhumanas de parte de grupos violentos, que utilizan el terror para amedrentar y tratar de imponer sus ideas, consistentes en secuestrar, violar, torturar o asesinar a los niños para provocar la desmoralización de los adultos. Siria es también un caso concreto en la materia, habiendo comprobado UNICEF al menos 1.500 violaciones graves de los derechos infantiles, en la mayoría de los casos resultando muertos o mutilados debido a bombardeos o ataques directos a centros infantiles, ubicados en zonas residenciales densamente pobladas, con el objetivo de reducir la oposición de los mayores.

Confiemos que alguna vez aparezca la razonabilidad humana, para que vayan solucionándose todos estos graves problemas que tienen al hombre como exclusivo responsable.

La pobreza en el foco

En reciente visita a la Argentina, la indonesia Sri Mulyani Indrawati, quien además de estar considerada como una de las mujeres más importante del mundo por la revista Forbes -ocupa el puesto 9 en finanzas y el 37 en influencia- es la presidenta del Banco Mundial, sostuvo que "el foco de la política argentina deben ser los pobres". Un diagnóstico al cual arribó por su propia experiencia como ministra de Indonesia cuando la durísima crisis financiera que afectó al país asiático en 2008.

Para alcanzar ese objetivo, de acuerdo con la visión de esta experta, la macroeconomía argentina tiene que ser fuerte y consistente, lo cual incluye obviamente fortaleza fiscal y monetaria, y remarcando que aunque el gobierno debe analizar prolijamente sus prioridades la lucha contra la pobreza debe ser la principal de ellas, para lo cual es necesario la inversión en la educación e infraestructura, para de tal manera facilitar el ingreso al mercado laboral y con altos niveles de producción. A la vez volcó elogios a la actual política monetaria y fiscal del gobierno, a la que calificó de saludable, razón por la cual se constituye en un excelente punto de partida para demostrar al mundo la manera con la que Argentina gestionó el actual cambio del rumbo económico.

Algo para destacar, es que el Banco Mundial apoyará las políticas fiscales de nuestro país, aunque se pondrá especial cuidado en vigilar los niveles del gasto público, para que se destine realmente a los objetivos que son indispensables, aunque vaticinó que para llegar a esa meta se requieren cambios que no será sencillo de instrumentar, debiendo además ser realizados de forma muy cuidadosa. A la vez que recomendó que aún recionalizando el gasto, no se descuiden los recursos para proteger a los más necesitados.

Indrawati apuntó también a la inflación, recordando que cuando fue ministra en Indonesia existía una inflación de 80%, debiendo devaluar la moneda, aumentar las tasas de interés, pero que una vez controlada la expectativa inflacionaria, se logró reducirla al 20%, lo cual no deja de constituir un motivo de esperanza para nosotros, conviviendo con una inflación del 40% anual.

Autor: Redacción

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