Nací el 23 de enero de 1939 en la ciudad de Mendoza, en la calle Juan B. Justo 66 a media cuadra de la Estación del Ferrocarril José de San Martín. Una zona sumamente pujante. En ese tiempo mi padre era muy joven y fue uno de los que aportó a que creciera ese lugar, porque cuatro cuadras más hacia el oeste había viñas. Y después se fue poblando como en cada lugar que llegaba el ferrocarril. Ahí nací, ahí me crié, y ahí hice toda mi vida de la música.
En qué paisaje me crié
Me crié en un paisaje de trabajo, de gente trabajadora. Mi padre se había jubilado del ferrocarril por un accidente en su pierna y se puso un negocio de ramos generales. Era muy joven y con una pierna menos crió y mantuvo a ocho hijos. Eramos cuatro hermanas y cuarto hermanos.
El lugar que ocupaba la música en mi niñez
Y la música desde el tiempo en que nací ocupó un lugar preponderante en mí. Porque mi papá era un músico excepcional y tocaba muy bien la guitarra. El nunca quiso que nosotros -mi hermano Daniel y yo- aprendiéramos a tocar la guitarra porque en ese tiempo el que tocaba la guitarra tenía patente de borracho desgraciadamente. Y él no tomaba ninguna bebida alcohólica ni fumaba, y cantaba para su mujer y sus hijos y tocaba la guitarra. Pero la guitarra la tocaba muy pero muy bien, ha acompañado a grandes concertistas como Trensal, Quintana, Guerra, y muchos de ese tiempo.
Cómo cultivé la pasión por el arte
La pasión por la música viene de mi niñez. De escucharlo tocar a mi papá. De escuchar cuando venían a ensayar a mi casa todos estos monstruos de la guitarra que todos tocaban a dedo, como mi papá, no usaban púa, y llenaba todo con bordoneos en el acompañamiento, solo y acompañando. En ese clima yo me crié.
En qué sitios me fui formando como músico
En mi casa. Y también íbamos a Radio Aconcagua con un amiguito que yo tenía desde chico que tocaba la guitarra y cantaba que se llama Guillermo Murúa, un gran cantante, que integró Ecos del Ande. Y escuchábamos, tuve la suerte de escuchar a Los Indios Tabajaras, a Tito Francia que tenía diecisiete años y era director de las guitarras de la emisora. Y en ese tiempo, había un auditorium, donde venían artistas de muchos lados, cuartetos. Ahí vi a Los Cuatro Duendes, vi gente de una capacidad increíble, Los Hermanos Barrientos, así que ese lugar tuvo mucho que ver por la pasión de la música.
Con qué instrumento hice mi camino
Bueno, elegí la guitarra porque la guitarra estaba en mi casa y cuando mi papá dejaba de tocar yo la agarraba. Y mi mamá esto lo aceptaba porque le gustaba que nosotros tocáramos y mi papá se daba cuenta porque venía y preguntaba quién había tocado la guitarra. No sé viejito, le decía mi mamá. Se daba cuenta porque se desafinaba. Mi papá tenía oído absoluto y eso lo he venido a comprender después de grande porque nosotros íbamos a cantar -en ese tiempo estábamos los primeros integrantes- y Alfredo Santos que tocaba el piano hacía bailar a la gente. Mi papá nos afinaba la guitarra solamente con su oído y estaban como el piano.
Cómo inicié mi trabajo con el canto
A mí me gustaba y quería hacer algo distinto de lo que se hacía, desde muy chico. No por hacerlo distinto en sí mismo sino por aportar algo distinto con la música. Esto fue lo que me llevó a armonizar a cuatro voces, y lo hice a través de Ecos del Ande, que nació en 1960 y a poco de iniciarlo empezamos a hacer cuatro voces.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Armando Talquenca