En un país con riquezas naturales y recursos heterogéneos que provee la naturaleza como don de Dios, es poco menos que una afrenta que haya personas que se mueren de hambre.
Es el caso que se conoció hace pocos días con la muerte de Néstor Femenía, el pequeño qom quien tuvo una dura agonía: tuberculosis con desnutrición asociada. Tenía 7 años, pesaba apenas 20 kg y su cuerpito con los huesos a la vista no pudo resistir más en la terapia intensiva del Hospital Pediátrico Avelino Castelán de la capital chaqueña.
Las principales instituciones que se dedican al estudio de la nutrición y las enfermedades relacionadas coincidieron en que en la Argentina hay una deuda en el registro oficial de la desnutrición.
Y eso alcanza a los certificados de defunción, que también proporcionan información estadística. "Paro cardiorrespiratorio" o "enfermedad" son dos ejemplos que contribuyen con este subregistro o ausencia de un registro de esas cifras accesible y fácil de interpretar. En el caso de la desnutrición, por ejemplo, todas las provincias poseen un sistema de atención primaria, que registra las medidas antropométricas de los chicos. Sin embargo, esa información no es de acceso público.
"Si bien acá queda en evidencia el subregistro tanto de la tuberculosis como de la desnutrición por el certificado de defunción que se muestra en los medios, hay que recordar que por ley existe un sistema de vigilancia que hace obligatoria la notificación de enfermedades como el Chagas, la tuberculosis o el bajo peso, y que deben incluirse en el certificado de defunción", explica Zulma Ortiz, especialista en salud de UNICEF Argentina.
Para la licenciada en nutrición Natalia Zavaroni, directora de la Red Familia Conin, contar con indicadores de un estado de situación de la salud poblacional permite definir, como en cualquier país, un plan de acción. "En la Argentina se miden los indicadores negativos, como la mortalidad y la morbilidad. Sería muy bueno medir los indicadores positivos sobre el desarrollo de la población", dice.
En los informes de las estadísticas vitales que el Ministerio de Salud difunde cada año (en diciembre del año pasado se publicaron los datos de las provincias de 2013), se detallan las cifras asociadas con el bajo peso o muy bajo peso al nacer.
La Encuesta Nacional de Factores de Riesgo releva en la población adulta el sobrepeso y la obesidad, pero no el bajo peso. La última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNYS) es de hace ocho años. En 2007, sus resultados alcanzaron a los chicos de hasta 5 años, las embarazadas y población femenina de entre 10 y 49 años. Allí, menos del 2% de desnutrición aguda y alrededor del 8% de desnutrición crónica, de acuerdo con el índice antropométrico utilizado para el relevamiento.
El 29 de diciembre, el Programa Nacional de Equidad Sanitaria Territorial finalizó un operativo de 18 días en el Impenetrable chaqueño. El Ministerio de Salud desembarcó con camiones sanitarios en Pampa del Indio y Villa Bermejito, paraje donde vivía Néstor, el nene qom.
El manual para la Evaluación del Estado Nutricional de Niñas, Niños y Embarazadas mediante Antropometría, que el Ministerio de Salud publicó en 2009 con el apoyo de la Organización Panamericana de la Salud, incorporó una modificación a la forma en que se designan los distintos grados de desnutrición. Lo que antes de la publicación de este documento para los equipos de salud, en especial de atención primaria, se identificaba como desnutrición leve, ahora se define como "riesgo de bajo peso". La desnutrición moderada y grave se considera, respectivamente, bajo y muy bajo peso.
En la red de 63 centros de la Fundación Conin, que dirige el doctor Abel Albino, todavía se utiliza la nomenclatura internacional. Las mediciones antropométricas para la detección de la desnutrición son las mismas que se recomiendan en el manual (talla, peso y perímetro de cefálico en relación con la edad), pero se conservan las designaciones tradicionales. Esto evita cualquier duda al hablar de riesgo o de enfermedad.
Luego del diagnóstico y su registro en la historia clínica, se recomiendan el seguimiento del paciente, el apoyo alimentario si la familia lo necesita y la educación familiar. Por lo menos eso es lo que realiza Conin en su red de 63 centros, que actúan como apoyo del sistema sanitario de cada localidad y donde 3000-3500 chicos reciben tratamiento por año. El criterio de ingreso es la desnutrición o las carencias nutricionales que en un plazo corto podrían causar desnutrición.
En 2005 había vaticinado Esteban Hesayne (obispo emérito de Viedma): "La Argentina hambrienta de pan material no ha desaparecido... La macro economía del país en auge creciente, oculta la mortandad de tantos indigentes que hasta le están matando la misma muerte de hambre"...