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Monseñor Ojea pone la Patria al amparo de la Virgen del Milagro

Salta (AICA): “Querida Madre del Milagro, en esta hora necesitamos invocarte con la antigua querida oración de la Salve en la que te decimos: ‘Vida, dulzura y esperanza nuestra’”, expresó el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, al presidir ayer en la catedral de Salta la misa estacional que dio inicio al triduo de la fiesta del Señor y la Virgen del Milagro.

El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, presidió ayer a la mañana en la catedral de Salta la misa estacional en honor de la Santísima Virgen que dio inicio al triduo de la fiesta del Señor y la Virgen del Milagro.

La Eucaristía por la solemnidad de la Virgen del Milagro, fue concelebrada por el arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello, monseñor Octavio Ruiz Arenas, secretario del Dicasterio para la Nueva Evangelización; y los obispos Marcelo Martorell (Puerto Iguazú), Samuel Jofré (Villa María), Han Lim Moon (auxiliar de San Martín) y Guillermo Rodríguez-Melgarejo (emérito de San Martín).

Participaron de la celebración eucarística el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y su esposa, además de otros funcionarios provinciales y municipales. Por el gobierno nacional estuvo presente el Dr. Luis Saguier Fonrouge, Director General de Culto Católico.

“En este momento tan delicado de la vida de nuestra Patria, queremos ponernos bajo su mirada maternal y dejarnos mirar largamente bajo su rostro amoroso”, expresó monseñor Ojea dirigiéndose a la Virgen María.

El prelado repasó, en la homilía, las cuatro miradas de la Virgen que el papa Francisco señaló a los sacerdotes al predicar un retiro con motivo del Año de la Misericordia: Una mirada de la ternura, una mirada que teje, una mirada de total atención y una mirada integradora.

“Querida Madre del Milagro, en esta hora necesitamos invocarte con la antigua y querida oración de la Salve en la que te decimos: “Vida, dulzura y esperanza nuestra”, sostuvo, y detalló esos tres conceptos.

“Vida que es la plenitud de todo lo que deseamos. El bien supremo al que servimos y defendemos, y en el que debemos crecer y madurar, aprendiendo día a día a cuidar la vida de nuestros hermanos”, precisó.

“Dulzura ya que necesitamos suavizar las piedras del camino que causan inmenso dolor en nuestro peregrinar y hacen muy áspero el sendero, creando divisiones profundas y enemistades entre nosotros los argentinos”, expresó.

Al referirse a la expresión “esperanza nuestra”, monseñor Ojea recordó que ella es “la estrella de la evangelización y la aurora de nuestra salvación, la Madre de la Luz que es Cristo, capaz de renovar los motivos más profundos de nuestro peregrinar, los ideales que nos mueven a construir una verdadera patria de hermanos”.

“Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”, pidió, y concluyó: “Enséñanos a dejarnos mirar largamente por ellos para poder nosotros llevar tu mirada serena de Madre a todos los hermanos, convencidos de poder vivir como vos la alegría del Evangelio”, concluyó.



Autor: REDACCION

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