MERCEDES, 10 (BUENOS AIRES) (AICA). - El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Scheinig, celebró la Eucaristía en la basílica y santuario de la patrona de los argentinos en su día.
Concelebró la misa el obispo auxiliar de la arquidiócesis, monseñor Mauricio Landra, y el rector del templo, Lucas García, junto con un grupo numeroso de sacerdotes. También participaron de la ceremonia diáconos, autoridades municipales y varios fieles de diversas comunidades.
En la homilía, el prelado recordó que Jesús “no va a la cruz porque sí: va para decirnos que nos ama absolutamente. Amor es entregarse. El que ama se entrega y el que ama entrega; y, en ese momento de un amor infinito, Jesús nos entrega a su Madre”.
“La Virgen es un regalo que Jesús nos hace, la Virgen es una presencia en la casa y esto es una realidad del mundo. La presencia de María con tantos nombres, con tantos apodos. Es una presencia en el mundo, porque no hay lugar donde María no esté en la casa”, continuó.
“Nosotros -dijo- tenemos este don, este regalo de María de Luján, que ha querido quedarse acá para siempre. Está en nuestras casas y en nuestra casa. Es un regalo del amor de Dios, que hoy celebramos y festejamos”.
El arzobispo señaló que “esa presencia es el rostro femenino de Dios. Dios no es varón o mujer, Dios es todo. María es ese rostro femenino que Dios tiene en casa, que es una presencia de ternura. Esta mujer es esa ternura, eso blando y suave que es capaz de sostener la vida”.
“Muchas veces se cree que la ternura es de alguien blandito pero la ternura es una manifestación de alguien que es capaz de sostener al otro, de darle vida al otro. El que es tierno, con su ternura cuida, sostiene”, afirmó.
Y agregó: “La Virgen que está en casa nos invita a vivir con ternura la vida, que es sostenernos, cuidarnos, estar atentos los unos a los otros con ternura, no con crueldad o brutalidad que se desentiende del otro. La ternura te hace estar atento al otro”.
“Ojalá que el Señor, a todos nosotros, que estamos acá celebrando esa presencia tan fuerte de amor de Dios que es la Virgen, nos sintamos llamados a vivir con ternura. Este santuario es la casa de la Virgen, del pueblo argentino. Son millones de personas que vienen y se sienten, en la casa de la Virgen, en la propia casa”, expresó.
“Entonces -dijo -todos estamos llamados a vivir de otra manera en la casa común que es la patria, que es nuestro pueblo. La ternura no es una cuestión privada, intimista del grupito, es algo para vivirlo en la calle y para vivirlo los unos con los otros”.
“Nosotros, los cristianos, a esta casa común que llamamos patria, necesitamos ponerle una cuota de ternura, de cuidado de los unos a los otros. Tenemos que ser fuertes y decir basta a la crueldad, a la brutalidad y a la grosería”, enfatizó, al tiempo que aseguró que “necesitamos también pedir y exigir a los que nos gobiernan, a todos los que tienen responsabilidades: '¡Basta de brutalidad!'”.
Monseñor Scheinig aseveró que “tenemos que recuperar algo distinto en el alma de nuestro pueblo. No podemos desfigurarnos tanto como para desconocernos los unos a los otros. No podemos permitir que nos roben la ternura”. “La presencia de María de Luján en esta casa, en este santuario que es signo de la casa común, es un llamado en este día a que tengamos la capacidad de desarrollar la blandura, la ternura, la recepción de los unos para con los otros”, prosiguió.
Finalmente, exclamó: “Pidámosle a la Virgen que nos ayude a ser distintos, a ser fuertes para un momento difícil como el que estamos viviendo, a ser fuertes para parar el atropello, y a ser blandos para acompañar y sostener a los otros”.