Editorial

Momento de ejemplos

Vivimos una situación inédita y en extremo difícil, porque esta vez no sólo depende de una crisis económica como siempre ha sido en las últimas décadas, sino que además de estar inmersos en una de ellas -que no es de ahora sino que viene profundizándose desde hace unos diez años-, sino que además nos encontramos junto a buena parte del resto del mundo, afectados por la pandemia del coronavirus, que aún habiendo provocado ya muchas muertes y una secuela de perjuicios más que considerables, según lo que se desprende por parte de especialistas y entendidos en el tema -si en realidad los hay cuando todo resulta sostenido con argumentaciones que la realidad se encarga de desmentir- dando cuenta que lo peor está todavía por venir, al punto tal que ya se habla de extender la cuarentena hasta el mes de mayo.

No existen antecedentes que puedan dimensionar los daños por venir,pues sin son muy significativos hasta el momento -en especial por haber encontrado a una Argentina anémica y con los mismos problemas enquistados desde casi siempre-,es poco menos que impensable lo que pueda pasar durante el pico de la pandemia y también las condiciones inestables y precarias en que quedará el país. No se trata por supuesto de ser agoreros ni tampoco pesimistas en exceso, sino simplemente sacar conclusiones sobre los análisis y estadísticas que divulgan los economistas, sin ubicaciones políticas ni partidarias, simplemente viendo la realidad.

Es decir, con producción parada y consumo en caída, inflación muy alta y con todas las posibilidades de incrementarse a índices catastróficos habida cuenta de haberse triplicado la emisión monetaria -ante una perspectiva que da cuenta de no existir otra alternativa para afrontar tantos compromisos asistenciales-, más una deuda asfixiante y una cantidad muy alta de pequeñas y medianas empresas que quedarán en el camino, ya existen quienes hablan de un período de al menos 3 años posteriores al final de de esta crisis para recién comenzar a vislumbrar una salida.

Hasta ahora hubo acciones destacadas para afrontar un momento tan complicado por parte del gobierno, cabe decirlo, como así también algunos errores, uno de ellos garrafal como fue la convocatoria del viernes pasado para el pago a los jubilados donde se arruinó -con resultados aún por constatarse- el gran esfuerzo de todo el lapso anterior de aislamiento y cuarentena. Cuántas de esos tres millones de personas que se juntaron en la calle no respetando ninguna de las normas impuestas podrán resultar afectadas se desconoce y ojalá no sea lo que deslizan algunas estimaciones.

Frente a todo este panorama, cuando se solicita esfuerzo, colaboración y muchísimo más que eso solidaridad, cuando todo el pueblo en su conjunto debe estar unido más allá de las diferencias que deben dejarse para otro momento y en especial olvidar esa bendita grieta y no tratar de sacar ventajas políticas de esta lucha contra el coronavirus y la debacle económica que tenemos encima, hacen falta ejemplos, más que eso buenos ejemplos, que es cierto que los tenemos en aquellos que llevan tal vez la parte más difícil pero que no están en el más alto nivel de las decisiones, como los profesionales y todo el conjunto de la salud, además de todo el resto que sigue produciendo, distribuyendo y acercando alimentos a los domicilios, junto a los que mantienen los conglomerados urbanos en buenas condiciones de higiene, como así también todas las fuerzas uniformadas que exceden su tarea de prevención, control y seguridad para trasladarla al asistencialismo.

Como todo el sector del Estado (ejecutivo, legislativo, judicial y entes autárquicos) vive de los salarios que financia el hoy castigado sector público, debió dar el ejemplo reduciéndose todo el conjunto en porcentajes acordes, partiendo de un piso razonable. El presidente en cambio salió a defender los salarios diciendo que los funcionarios estaban haciendo un gra esfuerzo y, por ejemplo, que los miembros de la Corte Suprema ganaban varias veces más que el propio jefe de Estado. Todo quedó librado a la buena voluntad, o no, de cada uno.

Tampoco hubo ejemplo con el fallido de la convocatoria de los pasivos del viernes pasado, escuchándose algunas justificaciones , como la del titular del BCRA Miguel Pesce, que realmente parecía una burla para el intelecto de la audiencia. Y ahora aparece esta compra de alimentos a granel por la cual se pagaron muy altos sobreprecios, que ojalá se aclare como corresponde, porque hasta ahora se dieron fútiles argumentaciones. 

Autor: REDACCION

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