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Mi primera cobertura en el exterior y el único triunfo de José Carlos Pace en F1

Por Víctor Hugo Fux

La temporada 1975 de la Fórmula 1, como ya lo expresé en la nota anterior, se había iniciado con la disputa del Gran Premio de la República Argentina, que le daría la segunda victoria en nuestro país al brasileño Emerson Fittipaldi.

El paulista, bicampeón mundial, había ganado en 1973 con un Lotus y en esa oportunidad lo hizo con un McLaren.

Aquella competencia, realizada el 12 de enero en el coliseo porteño, la cubrí para el Diario La Opinión, al que me había incorporado en mayo de 1974. Viajamos con José Claudio Jori, un amigo entrañable que nos dejó muy joven, compartiendo una experiencia inolvidable.

Regresando de ese viaje, surgió, casi de manera fortuita pero como un lindo desafío, la idea de realizar nuestra primera cobertura periodística en el exterior.

Apenas dos semanas eran las que separaban a las fechas de los dos eventos en Sudamérica..

No había demasiado tiempo para tramitar las acreditaciones, que parecían definitivamente lejanas a nuestras posibilidades, aunque tuviésemos en nuestras manos un material que nos había entregado en Buenos Aires, con los datos de los organizadores todos los Grandes Premios.

La Federación Paulista era el contacto que figuraba para los medios gráficos y la Rede O'Globo para los radiales, en el caso de Brasil. Sin muchas expectativas y con escaso tiempo a favor, de todos modos, decidimos llevar adelante las gestiones. No teníamos nada que perder y lo intentamos.

Para nuestra sorpresa, recibimos la tan esperaba aprobación esa misma semana. En los días siguientes empezamos a preparar la gran aventura de viajar a San Pablo.

Reservamos los pasajes en la Terminal de Ómnibus de Santa Fe, con día y horario de salida: martes 21 de enero a las 20:00, con la empresa General Urquiza - Internacional.

El tema más importante estaba resuelto. Fue un viaje interminable, de nada menos que 37 horas, hasta que llegamos el jueves a las 09:00 a la imponente "Rodoviaria" de la ciudad más populosa de Brasil.

Luego de retirar nuestros equipajes, nos dirigimos a la Oficina de Información, encontrando la respuesta que estábamos buscando: dónde alojarnos. Reservamos hasta la noche del lunes en un hotel que nos ofrecería una habitación confortable, baño privado y buena higiene.

El segundo paso ya lo habíamos dado, sin dificultades, ni siquiera la idiomática, que no fue una barrera para nosotros, por el correcto español que hablaba el conserje.

Una ducha que fue más reparadora que lo habitual luego de una extensa travesía hacia un mundo desconocido para nosotros, sirvió para recuperar energías y trasladarnos hacia un edificio con forma de mole de cemento, en el que funcionaba el Centro de Acreditaciones.

El chofer que nos acercó hasta el lugar, todavía me parece verlo, se creía que era el mismísimo Emerson Fittipaldi, realizando maniobras casi temerarias con un "Escarabajo" que avanzaba a un ritmo endemoniado.

Si pretendía que comencemos a entrar en clima con lo que viviríamos en esos días, lo consiguió. Semana de Fórmula 1 y tránsito frenético en una verdadera jungla, era la combinación perfecta.

A mis 21 años, ya tenía en mi poder la credencial que me habilitaría a trabajar en la sala de prensa y en los pits de Interlagos, un destino que terminaría siendo familiar y al que nos dirigimos cada mañana y regresamos cada tarde en los benditos taxis, que ya no generaban temores entre los dos "gringuitos", por una simple y elemental cuestión de acostumbramiento.

Carlos Reutemann, a quien conocí en sus inicios en el automovilismo con el Fiat 1500 de la familia Grossi, era nuestro crédito en esa carrera, que tenía a la "torcida" brasileña repartiendo sus preferencias entre el campeonisímo Emerson y José Carlos Pace, el compañero de "Lole" en la escudería Brabham.

El que patearía el tablero con su victoria, la única que lograría en su historial en la Fórmula 1, sería Pace, que en las últimas vueltas pudo controlar el peligroso acercamiento de Fittipaldi, para que el festejo sea completo aquel último domingo de enero de hace más de 49 años en el autódromo que hoy lleva, como póstumo homenaje, el nombre de "José Carlos Pace".

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