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"Mi objetivo es que se mantenga viva la memoria, que no se olvide"

"Hoy por hoy, mis sensaciones en realidad son las mismas. Siempre digo que como sobreviviente, todos los días de mi vida, por algo mínimo que suceda, me acuerdo de esto que viví. Cuando me cruzo con gente me dicen que tengo que olvidar, tenés que pasar de etapa, tenés que superarlo, pero sigo pensando y sosteniendo que no es así, sino todo lo contrario. Para mí, recordar me genera un dolor, pero siento que es necesario que se sepa y necesito que no se olviden. Ahora soy mamá, pero el día de mañana quiero que mis hijos estén tranquilos y seguros. Creo que sosteniendo esa memoria es la única manera de evitar toda esta tragedia que sucedió hace 18 años". El relato en primera persona para LA OPINION es de Daniela Cuturie, una de las sobrevivientes del trágico incendio que enlutó al país el 30 de diciembre de 2004. Ahora, con 35 años, Cuturie reside en la ciudad de Santa Fe junto a sus hijos, Piero, de 6 años, y Almendra, de 20 meses, y su pareja, Juan Manuel, a quien conoció luego de que éste haya leído su carta abierta en 2010, con motivo de conmemorarse el sexto aniversario de la tragedia.
Pero al momento del incendio, cuando tenía 17, Daniela vivía en Buenos Aires (Avellaneda), aunque más tarde, desde el 2012 al 2015, estuvo asentada en Rafaela para luego vivir un par de años en Sunchales. "De esa noche los recuerdos son los mismos, muchas imágenes tristes, pero hay muchos que me guardo, que me los reservo. En mis redes sociales, todos los días 30 subo recuerdos y mi idea no es generar dolor, tristeza. Lo que más me duele, además de todos los fallecidos, fue la desesperación y el dolor de mucha gente. En aquel momento, cuando nos caímos al piso, sin poder ver nada y siendo aplastada, pensé que me moría y sentí que me estaba quemando. Esa sensación fue horrible y fue lo último que recuerdo. En esos segundos terribles pensás en toda tu familia. Después me desperté en la calle y vi mucha gente deambulando, muchos chicos muertos tirados en la vereda. Me acuerdo que en ese momento alguien me estaba haciendo reanimación hasta que reaccioné, después me subieron a un patrullero y me trasladaron al hospital Ramos Mejía donde no recuerdo cómo ingrese. Después, cuando desperté, estaba en un pasillo y enfrente mía había chicos fallecidos. Esa parte fue muy triste y dolorosa y al día de hoy no se si lo superé, quizás no. Pero lo que necesito es que esto se sepa y que no se olvide, que se mantenga viva la memoria, porque lo que pasó fue terrible, una desgracia que se podría haber evitado", continuó relatando Daniela sobre sus sensaciones de aquella fatídica noche en el boliche de Once en el que tocaba la banda Callejeros.
"Hay muchos chicos que están luchando por los subsidios y otras cuestiones, también muchos padres que han perdido a sus hijos y es un dolor que no cicatriza nunca. Hay que estar en el lugar de cada uno para opinar. Después de mucho tiempo, justamente para Navidad fuimos a Buenos Aires y pasamos por el lugar, donde se ha transformado en un santuario. Mi hijo, Piero, fue la primera vez que me quiso acompañar. Y cuando llegamos se me erizó la piel, y me venía a la memoria todo lo que hice esa noche, la coca que nos tomamos en la esquina, la bandera que me había comprado, la remera, todo. Y mientras tanto me preguntaba qué había pasado ahí, y de apoco le fui comentando lo que había sucedido en el recital, donde una persona prendió una bengala y el lugar se incendió. En el santuario hay zapatillas, que son de la gente que estuvo esa noche y que murieron. Pero nunca me preguntó si estuve presente. Fue una charla normal dentro de lo que se podía, y mi idea era que él se informe. Es por ellos que estoy más que feliz día a día, porque me ayudaron un montón, ya que me costó poder salir adelante. Ahora no tengo problemas para hablar del tema, pero fueron muchos años de silencio y angustia, tanto para mi como para mi familia", comentó 'Danu' sobre su reciente visita al santuario. 

UN ABRAZO REVELADOR 
"A Cromagnon fuimos con mi hermano, que ahora tiene 42 años, y unos amigos. Después de la tragedia, fuimos yendo a recitales. Volvimos a ver a Callejeros en Córdoba, en el Chateau, después de la tragedia. Me acuerdo que mi mamá se enojó y no nos quiso despedir. En ese entonces, no fuimos a campo, fuimos a platea, y cuando tocó "Rocanroles sin destino" y se armó todo ese clima, con mi hermano nos abrazamos y en ese momento me dijo 'estamos vivos boluda' y eso para mi fue un volver a nacer, a vivir. Fue un abrazo muy significativo, un alivio, un recuerdo muy lindo, inolvidable. Después, cuando terminó el recital, que lo habían pasado por radio, mi mamá nos mandó un mensaje diciendo 'espero que hayan podido cerrar una parte de su dolor. Los espero en casa'. Eso también fue terrible, no dejábamos de llorar y fue una situación muy emotiva. Ahí pudimos cerrar una etapa juntos. Después no fui a verlos más, pero sí sigo a la Vela Puerca, donde los vi varias veces. Y después de mucho tiempo, el mes pasado fuimos a ver a La Renga en Rosario. Pero mi consejo hacia los organizadores de esta clase de eventos es que cuiden a la gente en cada detalle, que no se dejen pasar bengalas, que todo esté en regla en cuanto a la capacidad y con las ingresos y egresos. Igual no creo que vuelva a ocurrir, porque ya se ha tomado conciencia".

LA TRAGEDIA 
Anoche se cumplieron 18 años de la Tragedia de Cromañon, una desgracia que marco un antes y un después en la historia del rock nacional, y en donde se realizaron varios homenajes en el lugar, actos y marchas. Fue una de las mayores catástrofes no naturales que se recuerden en el país, que por negligencia y la corrupción, murieron 194 personas y dejó 1.432 heridos.
El 30 de diciembre de 2004, el boliche República de Cromañón se incendió, mientras la banda de rock Callejeros daba un recital. La fatalidad dejó al descubierto el incumplimientos de protocolos y medidas de seguridad por parte del dueño local, Omar Chabán y del grupo, como también la falta de controles por parte de funcionarios y fuerzas de seguridad.
La magnitud de lo sucedido también tuvo repercusiones en el ámbito político. El entonces jefe de Gobierno de la Ciudad, Aníbal Ibarra, fue destituido de su cargo. Esa noche, el grupo Callejeros se presentó en el boliche, ubicado en el barrio porteño de Once para dar un show. A los minutos de iniciar el recital y mientras tocaban el tema “Distinto”, uno de los espectadores encendió una bengala que impactó en la media sombra ubicada en el techo del lugar. En ese momento, se empezó a incendiar la tela de plástico lo que provocó humo y gases que dificultaban ver y respirar. Las luces del boliche se apagaron y los asistentes comenzaron a intentar evacuar el lugar. Sin embargo, el establecimiento no estaba en condiciones para una evacuación. La salida de emergencia estaba obstruida por vallas, que imposibilitó la evacuación inmediata al momento del incendio. Además, se supo que la Certificación de Bomberos estaba vencida, por lo que los matafuegos no se encontraban en funcionamiento.
Por su parte, el boliche estaba habilitado para una capacidad máxima de 1031 personas en sus instalaciones. Sin embargo, se estima que aquella noche, al menos 4500 ingresaron al local. En el operativo participaron 46 ambulancias, y 24 hospitales públicos y 11 clínicas privadas prestaron sus servicios de asistencia médica. En ese momento, también, muchas personas que habían logrado salir de la discoteca, volvieron a ingresar para asistir o rescatar a otros que estaban en el interior del boliche. Entre las víctimas fatales, se encontraban la novia de “Pato” Fontanet, la madre del baterista, la esposa y primos del mánager y cinco familiares del guitarrista. Se determinó que la mayoría de las muertes se produjeron por inhalación de gases como el monóxido de carbono y ácido cianhídrico. Las responsabilidades por la tragedia de Cromañón recayó en diferentes ámbitos y personas, de acuerdo al rol que tenían en el momento del hecho. Omar Chabán, dueño del boliche, fue condenado, en 2012, a 10 años y 9 meses de prisión. Falleció el 17 de noviembre de 2014. Su ayudante, Raúl Villareal, recibió la pena de 6 años en prisión. Los integrantes de la banda Callejeros, su escenógrafo y exmánager, fueron condenados en 2015 por incendio culposo seguido de muerte y cohecho activo. Además, fueron condenados funcionarios porteños y policías. Entre los que figuran: Carlos Díaz, exsubcomisario de la comisaría 7°, Fabiana Fiszbin, exsubsecretaria de Control Comunal, Ana María Fernández, exdirectora adjunta de Fiscalización y Control y Gustavo Torres, exdirector general de Fiscalización y Control.














Autor: REDACCION

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