Enseñaba inglés en un colegio. Eso era todo lo que hacía. Un día mi hermano, unos amigos y yo conocimos a Hugo Guerrero Marthineitz que tenía “A solas” que se veía muchísimo en Canal Nueve porque había cuatro canales, y como era diario, llevaba gente muy famosa y gente no tan famosa. Y él quería llevar alguien desconocido, mi hermano y sus amigos estudiaban derecho, los quiso llevar, gente que no tuviera compromisos y que pudiera hablar y ellos arrugaron. Me invitó a mí, un mediodía me llamó para la noche y fui. Al poquito tiempo fui de nuevo porque en ese momento el canal se le iba a devolver a Alejandro Romay ya que estaba en manos de las fuerzas armadas con quien Hugo tenía el contrato. Y esa vez conté que la gente me saludaba por la calle al día siguiente de haber estado en su programa la primera vez, que su espacio era un fenómeno. Conté eso y él empezó a atender llamadas porque se despedía del público. Yo era como su público pero atendía llamados, servía café. En muy poquito tiempo fui dos veces. Ahí me vio Víctor Hugo Morales, le gusté, me dijo -aunque me da un poco de vergüenza repetirlas- “esta chica es de raza”. Hay como una confusión -que no tiene nada de malo- que es como que fui a pedir trabajo, que no hubiera estado mal si hubiera sido que yo creía que quería hacer eso. Pero bueno, una hora y media charlando, los primeros cuarenta y cinco minutos medio estática pero después ya me moví como si esa fuera mi casa. Planos cortos, una cara joven. Cuando a Víctor Hugo lo convocan para hacer “El Espejo” que era lo primero no futbolístico que iba a hacer en la Argentina, empezaron a tirar nombres de mujeres para acompañarlo, modelos, lo de siempre. Y él dijo traten de ubicar a esa chica. No fue tan fácil porque nadie se acordaba de mi apellido, no había redes sociales, mi familia no estaba en la guía, pero alguien se acordó de mi apellido, buscaron en la guía, dieron con una tía mía, entendió que era para hacer un comercial y dije bueno, vamos. Mi hermano dijo “ahí no vas sola”, era en calle Colonia al cien, cerca de la cancha de Huracán. Y esa era una propuesta laboral, que me hizo dejar el colegio en el que trabajaba a mitad de año, y arrancamos una cosa que me cambió la vida para siempre. Primero por los barrios, y después viajando por la Argentina, y ahí se sumó César Mascetti. Y siento que tengo la vergüenza de no haber estudiado esto, pero por otro lado el orgullo de decir hago un programa diario, en vivo, yo grababa muchas notas, millones, pagué mi derecho de piso grabando notas tanto en capital como en el interior. Pero la verdad es que fue una escuela alucinante. Como arranqué muy humildemente, los técnicos todos me querían ayudar, no me dejaban patinar, me decían cómo ponerme, dónde dejar el micrófono, me enseñaron el abc. Después los productores eran una banda increíble, Luis Cella, Cartoy Díaz, Emilio Giménez Zapiola, bueno Eduardo Metzger era la cabeza, que venía de hacer “Mónica presenta”. Como yo no le podía hacer sombra a nadie, tampoco me dejaron sola. Yo tenía una actitud de querer aprender, era una esponja, quería saber, era respetuosa, escuchaba. Después de eso vino un programa corto que se llamó “Libremente” con Roberto Monfort otro gran productor. Y después los años con los Badía, que también fue otra escuela. Cuando digo a veces no estudié, después pienso, bueno, pero tuve un par de escuelas que si las sabés tomar… Tuve siempre mucha sensación de responsabilidad con el micrófono. Eramos treinta y cinco viajando con “El Espejo”, nos reíamos, estábamos cansados, impresionante fue eso, salvo un par de localidades a las que no llegué, conocí toda la Argentina, es un regalo que te hacen. Ganaba muy poca plata, pero tampoco tenía dónde gastarla, porque venía a Buenos Aires un día cada tres semanas… Fue una experiencia inolvidable.
Y trabajar con Juan Alberto Badía
Divino. Con Juan Alberto y con Marisa, con quien ahora trabajo. Porque ahora vengo trabajando con ella en Orbe 21, cuando ella me llamó y enseguida me aclaró que no se trataba de donde estaba, y cuando me cuenta el proyecto que en realidad era el relanzamiento del Canal 21 que se llamaba el Canal del Papa que es el del Arzobispado, me puse mucho más contenta, porque no sé si tengo el cuero tan duro como para lo que es la tele abierta hoy, para el minuto a minuto, sino como otra manera. Muy frenético. Entonces hicimos dos años que se llama “Lo mejor de ti” que todavía se repite y el año pasado hicimos “Buenas razones”, y ahora estamos viendo qué hacer este año pero volviendo a tu pregunta inicial con Juan Alberto, te enseñaba con el ejemplo que para mí es la única enseñanza válida, que vos tenés que dejar brillar a todos los demás y que en todo caso que esa luz se refleje en vos, no?
Cómo surge “Letra y Música”
“Letra y Música” es lindo porque tengo un solo hijo que se llama Pablo que nació en el noventa y siete, entonces me tomé mi licencia por maternidad, cuando estaba dando de mamar y en esta pausa de la vida así, en el Canal de la Mujer me piden que piense algo para el verano porque me iba a reincorporar. Empiezo a pensar qué es lo que más me gusta, ya sabía para ese momento que lo que más me gustaba era hacer entrevistas. Entonces digo qué cosa tiene la facilidad de evocar recuerdos rápido, bueno, los sonidos, la música y los olores, los aromas. Y propongo un reportaje basado en las canciones que te marcaron en tu vida, y ahí empezamos con Vane Mihanovich en piano, el hermano de Sandra, eso duró dos meses, y ahí el canal dice eso que te pasa mucho en esta carrera: “esto era para el verano nomás”. Entonces Marta Merkin, escritora y periodista que era la productora, va a defender este proyecto y como nos pasaban a un estudio mucho más chiquito dijeron que piano no podía ser, bueno entonces con guitarra dijo ella. Y te confieso que dije ¿guitarra? Como comparada con un piano le veía menos posibilidades. Y ella me dijo ya se me ocurrió con quien, con Esteban Morgado. Y él había venido dos veces a mi programa “Reconocernos” a acompañar cantantes. Dije, bueno, probemos. En el primer programa vino el “Ruso” Verea que le gustaba mucho el metal, dijimos que cuando le guste una canción que él evoque poníamos la grabación, se rompió la compactera, entonces lo hicimos igual con la guitarra sola. Salió tan bien que dijimos nunca más se reproduce un disco compacto. Es Esteban y alguien más que lleve su instrumento. Y eso era diario. Pero venden el Canal de la Mujer. Yo golpeo la puerta de Canal á. Me dicen que nunca tuvieron figuras pero decidieron probar. Fueron años de emisión. Eran estrenos de lunes a viernes pero lo daban a las doce, a las dieciséis, a las cero y a las cuatro de la mañana. Gente que me ha dicho di de mamar a mi bebé desvelada, con lo cual quedó en el inconsciente colectivo de mucha gente el programa. Lo hicimos para San Luis, en Radio Nacional hasta el año pasado y ahora lo estamos haciendo dos veces por semana en el ciclo que empecé de lunes a viernes de diez a doce en AM. Esteban va dos veces por semana, traemos un invitado y estamos celebrando nuestros veinte años. Entonces nos parece mentira porque después empezamos a ser contratados para eventos donde lo hacemos a medida del cliente sea una empresa o un particular que tiene un aniversario. Esa es “Letra y Música” de mi creación, la única de todas. Empezó en enero del noventa y ocho.
*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Silvina Chediek