Sociales

Menores maltratados

Digámoslo de entrada: los institutos de menores no debieran existir; pero por ahora no pueden dejar de existir.

No debieran existir, porque lo ideal es que hubiera una gran red de familias solidarias que acogieran a los chicos. Pero no pueden dejar de existir porque son pocas las familias que están en condiciones de darles contención familiar en casa. Para ello no basta la buena voluntad: es indispensable una capacitación específica.

La situación de los menores abandonados a su suerte es un terna de mucha gravedad personal, familiar y social. Leo en un editorial de "Clarín":

"Como consecuencia directa del deterioro de las condiciones económicas y sociales, y de la corrosión de sus familias, muchos menores suelen padecer crecientes trastornos. Así hay chicos cuyas carencias básicas son tanto de índole afectiva como de recursos. Son menores que suelen hallarse a la deriva en las calles, pidiendo limosna, a veces, o realizando actos ilegales en otras oportunidades.

Estos menores abandonados crecen a merced de las fuerzas azarosas que van moldeando sus temperamentos, y deben hacerlo, con frecuencia, separados de sus familiares. También deben crecer sin poder esperar, por lo menos de momento, una correcta ayuda estatal. Peor aún: es usual que los organismos públicos creados para ayudar a los chicos terminen agravando la situación de los mismos menores, lo cual podría ejemplificarse con los institutos de menores. Estos institutos tienen, entre otras finalidades, albergar a chicos que han vivido distintos conflictos sociales, y allí se espera que el Estado proporcione cuidado y protección, un amparo cálido y una orientación para que los chicos puedan ir edificando una personalidad integrada a la sociedad...".

Cada tanto los medios denuncian casos de institutos donde los menores son tratados en forma inhumana y la sociedad reacciona. Debieran funcionar los controles de los institutos fijados por los reglamentos. O funcionar mejor.

Pero también es tiempo de destacar el gran esfuerzo que se realiza en la mayoría de los institutos de menores para brindarles un clima de afecto y contención que se parezca, por lo menos un poco, al de una familia verdadera.

Autor: Redacción

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