BRASILIA, 14 (AFP-NA). - Una ola de manifestantes pedía
el domingo la destitución de la presidenta brasileña Dilma
Rousseff, en un clima de fuerte descontento social por la recesión
económica y un multimillonario fraude a Petrobras que salpica a la
elite empresarial y política del país.
Se espera que al fin del día, cerca de un millón de brasileños
haya expresado su irritación en las calles de más de 400 ciudades,
protesta que por primera vez es públicamente apoyada por partidos
de la oposición.
La magnitud de las marchas es un dato de alta sensibilidad para
Rousseff, que enfrenta un pedido de juicio político que podría
terminar anticipadamente su mandato, previsto hasta 2018, y
también para los que buscan combustible para ese proceso que está
en ciernes en el Congreso.
San Pablo, la capital económica e industrial de Brasil fue el corazón de
las marchas contra el gobierno del año pasado, llegando a
concentrar hasta un millón de personas.
Imágenes aéreas mostraban este domingo una marea compacta de
gente vestida de amarillo y verde, los colores de la bandera
nacional y de la emblemática camiseta de la selección de fútbol,
en una escena que se repitió en la capital Brasilia -con una
asistencia oficial de 100.000 personas- y Rio de Janeiro, sede de
los próximos Juegos Olímpicos, que reunió cientos de miles junto a
las playas de Copacabana.
En medio de citas que alusivas al "fin del ciclo" tras más de
13 años del PT en el poder, los manifestantes se quejaron por el
derrumbe de la economía, que cayó 3,8% en 2015 y continuaría su
declive este año, conformando la peor recesión en un siglo, y por
los escabrosos hallazgos de la investigación en Petrobras, desde
donde se desviaron multimillonarios fondos a los partidos que
integran la coalición de gobierno.