Acostumbrados por la historia a realizar malabarismos ante crisis recurrentes, los argentinos tratan de apelar a su ingenio para afrontar el que tal vez sea el momento económico y social más difícil desde el 2001/2002. Mientras trata de paliar la crisis con las pocas herramientas que tiene a mano -incluido el fenomenal respaldo del FMI-, el Gobierno ya realiza cálculos políticos.
El objetivo de Mauricio Macri es volver a crecer y bajar la inflación lo más rápido posible en 2019, desde marzo o abril, para tener alguna chance de reelección en octubre. De lo contrario, quedará escaso margen para convencer a la sociedad de volver a confiar en Cambiemos y este modelo económico promocionado como un cambio de paradigma, pero muy costoso ante el fuerte impacto de los aumentos de tarifas, las altas tasas de interés y el endeudamiento por las nubes.
"El año que viene la Argentina tiene que volver a crecer, a generar empleo en el sector privado y demostrarle a la gente que la inflación baja de manera significativa. Si ocurre todo eso probablemente una parte importante de la sociedad vuelva a confiar en nosotros", dijo esta semana el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en una entrevista con la agencia NA.
La delicada coyuntura -uno de los ´aprietes de cinturón´ más fuertes que se recuerden desde el regreso de la democracia en 1983-, puede representar una oportunidad única si el país, un deudor crónico, pone finalmente en orden sus cuentas y soplan vientos propicios a partir de 2019.
Por eso, el Gobierno enciende velas al cumplimiento de las previsiones de una cosecha récord de 140 millones de toneladas, que se traduciría en un fuerte ingreso de divisas a partir de abril próximo.
Pero en especial tiene buena parte de sus fichas puestas en que el megayacimiento de Vaca Muerta se vaya convirtiendo en la meca energética esperada.
Por el efecto recesivo y la estabilidad cambiaria -la actividad económica cayó 5,8% en septiembre- el Ministerio de Hacienda espera que en noviembre se produzca una desaceleración de precios, en torno del 3%, aunque el 2018 terminaría con un acumulado superior al 45%.
Un 3% de inflación mensual promedio en el último bimestre sigue siendo un nivel alto, pero será un consuelo ante el ritmo que vino mostrando la inflación a lo largo de este 2018 para el olvido, donde se produjo una depreciación muy fuerte del peso.
Al menos son los datos que Nicolás Dujovne transmitió en las últimas reuniones de Gabinete, y lo que dijo en su reciente viaje a París para tratar de dar las puntadas finales al ingreso de la Argentina a la OCDE.
Muchos se preguntan si entrar en ese foro, que entre otros objetivos promueve el desarrollo económico y tiene por ahora 35 miembros, tendrá algún impacto a corto plazo en beneficio del país.
José Manuel González-Páramo, responsable de economía, regulación y relaciones institucionales del banco BBVA, recordó que la OCDE fue esencial en su momento para el dinamismo de la actividad económica española, y sostuvo que también lo puede ser para la Argentina.
Para González-Páramo, la entrada a la OCDE es el tercer pilar del proceso de reinserción y promoción internacional de la Argentina, luego de la cumbre de la OMC y la presidencia del G20, que tendrá su punto culminante el próximo fin de semana con la esperada Cumbre en Buenos Aires. Habrá que ver para creer.
Con mayores tasas en los Estados Unidos y los antecedentes de ´defaulteador´ de la Argentina, los inversores dudan sobre el escenario que viene, como surge con claridad mirando la caída del nivel de dólares destinados hacia estas pampas.
En septiembre -último dato disponible- la inversión cayó 19,5%, la baja más profunda desde la recesión de 2009, según el economista Orlando Ferreres. La caída en la inversión durante septiembre fue la más grande desde la recesión del 2009.
Pero el golpe más fuerte lo está recibiendo el aparato industrial, donde no dejan de producirse cierres de empresas y hay tendales de trabajadores despedidos. La actividad fabril se derrumbó 7,7% en septiembre y expulsó casi 4.200 operarios, según el tradicional relevamiento que realiza la UIA. El sector lleva nueve meses de caída, muy por encima de la media de la actividad económica en general. Pero lo peor estaría por venir: los datos preliminares que están terminando de procesar los técnicos de la UIA advierten que la caída industrial se aceleró en octubre.
Es que al fuerte descenso en el sector de las manufacturas y la alimentación, se habría sumado una profundización del escenario recesivo en la construcción, donde los despachos de cemento habrían caído 9% y el rubro de materiales para la construcción desbarrancado casi 19%.