En la revista "Vértebra" apareció un decálogo de la madre, que pone a la vista algunas sugerencias importantes. Por razones de espacio, selecciono las siguientes:

«Entender que cada hijo llegado a la vida tiene un deber que cumplir y presupone en quienes lo han gestado la conciencia de una responsabilidad.

- Recordar que el hogar es un templo donde se predica y se vive la doctrina sublime del amor y la armonía.

- Advertir que el niño y el adolescente son películas vírgenes en las que se fijan indeleblemente las palabras oídas y los hechos observados, y que por lo tanto debe obrarse con cordura y fuerza de ejemplaridad.

- Considerar que la maternidad es una gloria, pero también un sacrificio, en cuyo cumplimiento hay que ofrendar una constante preocupación, una perseverante vigilancia y un inalterable» magisterio moral.

- Comprender que en materia de orientación espiritual y de rectitud en la conducta, más logra la pedagogía de la persuasión y la técnica del razonamiento, que los arrebatos disciplinarios violentos y los castigos deprimentes que lastiman la sensibilidad.

- Orientar a la niñez y a la adolescencia por los senderos de la virtud, del amor al trabajo, del afecto al estudio y de la armoniosa convivencia, inculcándole la noción de la existencia de Dios y del acatamiento de su ley.

- Actuar con eficiencia y sabiduría en la tarea de rodear a los hijos de amistades seleccionadas y de medios ambientales decorosos y fecundos.

- Fomentar el culto de la buena lectura, de las bellas artes, de los deportes caballerescos, de la amistad sentida y de la auténtica generosidad, como medios efectivos de mejoramiento humano y como fundamentos de un estilo de vida cristiana.

Son algunas, entre muchas otras sugerencias, a las que toda madre sabrá añadir todas las otras que le dicte el corazón.