PARIS, 24 (AFP-NA). - El centrista proeuropeo Emmanuel
Macron y la ultraderechista Marine Le Pen disputarán el 7 de mayo
la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, un
duelo que castiga a los dos partidos tradicionales.
Es la primera vez, en casi 60 años, que la derecha estará
ausente de la segunda vuelta y la primera que no habrá
representantes de los dos grandes partidos que dominan la política
desde hace medio siglo: los socialistas del presidente saliente
François Hollande y los conservadores.
Según las primeras estimaciones de tres institutos de sondeos,
la diferencia entre Macron y Le Pen es muy estrecha, con entre 23 y 24% para el primero y entre el 21,6 y 23% para la segunda. Les siguen el
conservador François Fillon (entre 19 y 20,3%) y el izquierdista Jean-Luc
Mélenchon (entre 19,5 y 20%).
A sus 39 años, al frente de un nuevo partido, ¡En Marcha!,
Macron ha ganado una apuesta que muchos daban por perdida hasta
que despuntó en las encuestas a finales de enero.
"Los franceses han expresado su deseo de renovación", declaró
Macron, al que los sondeos dan como ganador en una segunda vuelta. Los números desataron de inmediato los festejos en el búnker parisino de Macron, donde muchos de sus simpatizantes ya lo declaraban ganador al grito de "¡Macron presidente!".
Uno de los grandes perdedores del día, el conservador François
Fillon, pidió el voto para Macron. "No tenemos más opción que
votar contra la extrema derecha", afirmó. El primer ministro del
gobierno socialista, Bernard Cazeneuve, también llamó a votar por
él.
Marine Le Pen, de 48 años, estaba exultante de alegría ante un
"resultado histórico" y "una primera etapa superada" para el
partido Frente Nacional (FN), con el que repitió la hazaña de su
padre 15 años después.
Cualquiera de los dos haría historia: Macron como el presidente
más joven de Francia y ella como la primera mujer en la jefatura
del Estado.
Una victoria de Macron en mayo supondría una bocanada de aire
fresco para la Unión Europea. Macron, exministro de Economía de
Hollande, ha hecho campaña con un programa abiertamente proeuropeo
y liberal.
Si se impusiera Marine Le Pen se avecinaría en cambio una época
de gran incertidumbre para la UE debido a su defensa de la salida
del euro, que podría propinar un golpe fatal a un bloque ya
debilitado por el Brexit.
Capitalizando el hartazgo de los franceses con el sistema, la
ultraderechista se benefició de la misma ola populista que
propulsó la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, con un
programa centrado en el "patriotismo" y la "preferencia nacional".
Pese a la amenaza de atentados yihadistas que planeaba sobre
estos comicios, los franceses no se dejaron amedrentar y acudieron
masivamente a las urnas. La participación rondó el 70%, una de las
más altas de los últimos 40 años.
La recta final de la campaña se vio sacudida esta semana por un
ataque en la emblemática avenida de los Campos Elíseos de París y
el desbaratamiento de un atentado inminente, en un país ya
traumatizado por una ola de ataques yihadistas que ha provocado
más de 230 muertos desde 2015.
En este clima de tensión máxima, las autoridades no escatimaron
en medios para garantizar la seguridad en todo el territorio para
la votación, con el despliegue de más de 50.000 policías y
gendarmes, que contaron con la ayuda de 7.000 militares.
A nivel interno, estas elecciones son consideradas cruciales en
un país con una economía maltrecha por el desempleo y un
crecimiento que no acaba de arrancar desde la crisis de 2008.
La carrera por el Elíseo ha sido muy atípica. Debilitado por
una impopularidad récord, Hollande se vio obligado a renunciar a
presentarse de nuevo, algo nunca visto en Francia en más de 60
años.
El candidato socialista Benoît Hamon no pasó del 7% de los
sufragios.
La campaña estuvo marcada por los enredos judiciales, relegando
a un segundo plano el debate sobre los temas de fondo.
Fillon está imputado a raíz del escándalo de empleos públicos
presuntamente ficticios de su esposa y de dos de sus hijos.
Le Pen no se queda atrás y está siendo investigada por empleos
presuntamente ficticios en el Parlamento Europeo, donde ocupa un
escaño, y supuestas irregularidades en el financiamiento de
campañas pasadas. Sin embargo se niega a ser interrogada por la
justicia, invocando su inmunidad parlamentaria.
Mélenchon, el último en colarse entre los favoritos en los
sondeos con un discurso combativo contra "la casta" política,
volvió a quedarse fuera del dúo de cabeza.
Este exsocialista convertido en estandarte de la "Francia
insumisa", fue un gran admirador del exlíder venezolano Hugo
Chávez y del cubano Fidel Castro.