Editorial

Los talibanes al poder

El pánico y la agitación se apoderaron de Afganistán después de que los insurgentes talibanes capturaron la capital de Kabul y reasumieron el control absoluto del Estado.

La caída del país asiático, montañoso y sin salida al mar, se produjo apenas tres meses después de que Estados Unidos comenzara a retirar sus tropas luego de una guerra de más de veinte años que mató a 2.448 miembros del servicio estadounidense y unos 66.000 militares afganos.

Los talibanes -que significa "los estudiantes" en pastún- habían tomado el control de Afganistán en 1996 después de capturar Kabul en la guerra civil.

Establecieron un gobierno basado en su interpretación extrema de la ley islámica Sharia y gobernaron durante cinco años, hasta que el régimen fue derrocado en 2001 por la invasión liderada por Estados Unidos.

¿Han cambiado los talibanes desde 2001?, es la preguntan que se hacen los analistas internacionales.

La respuesta es contundente. Durante el gobierno de cinco años, a las mujeres se les prohibió trabajar, asistir a la escuela y salir de sus viviendas sin la compañía de un masculino; algo que volverá a suceder, aseguran las distintas fuentes que se manifestaron sobre el particular.

Se reconoce, en cambio, que la retórica de los talibanes se pudo haber moderado desde 2001, pero sus creencias extremistas no cambiaron.

Toda la evidencia sugiere que los talibanes siguen creyendo en la restauración de su antiguo sistema de emirato, en el que un líder religioso no elegido, o emir, era el máximo responsable de la toma de decisiones.

Hoy, las mujeres afganas son las que más temen de la victoria de los talibanes, principalmente las activistas, líderes comunitarias y políticas, que están más expuestas.

La reforma de los talibanes no es realmente posible, ya que su ideología central es fundamentalista, en particular hacia las mujeres, toda vez que los talibanes entienden que tienen derechos según el Islam.

En las actuales circunstancias, Estados Unidos no puede eludir, bajo ningún concepto, la responsabilidad moral por los abusos de los derechos humanos y mucho menos por la violencia que los afganos probablemente enfrentarán bajo el nuevo régimen.

Esto debería preocupar a los políticos que defienden la retirada y a los votantes que le dieron poder al gobierno de Joe Biden.

El nuevo inquilino de la Casa Blanca, autorizó el mes pasado una expansión urgente de 100 millones de dólares del programa de visas especiales que podría sacar del país asiático a unos 20.000 afganos que colaboraron con EE.UU., para que puedan ser exiliados en el extranjero.

Una misión que ahora es muy compleja, si no imposible, bajo el dominio de los talibanes, porque corren riesgo de sufrir represalias.

La victoria de los talibanes también es para la organización terrorista Al Qaeda, que nació en ese país en 1988.

Vale la pena recordar que Estados Unidos invadió originalmente Afganistán para perseguir y destruir a Al Qaeda después de que el grupo atacara el World Trade Center en Nueva York y el Pentágono en Washington, el 11 de septiembre de 2001.

Con el regreso de los talibanes al poder en Afganistas, las organizaciones terroristas internacionales podrían comenzar a operar abiertamente fuera del país, antes de lo previsto, según el Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos.

Juzgamos oportuno recordar que, cuando el ex presidente Donald Trump hizo un trato con los talibanes para poner fin a la guerra de los Estados Unidos en Afganistán, accediendo a una demanda de los talibanes, todas las encuestas indicaron un apoyo generalizado a la decisión.

Eso le dio al presidente Joe Biden licencia para seguir adelante con la decisión de Trump, pero esta rápida toma del país asiático por parte de los talibanes, podría generar una reacción violenta entre millones de estadounidenses.

Es prematuro saber cuál será la postura de los ciudadanos, pero el malestar ya se puso de manifiesto y el responsable de su desactivación será el propio Biden, el nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Autor: REDACCION

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