Todos saben que el sector del automóvil en su conjunto (autopartistas, concesionarios, importadores y fabricantes) está pasando un mal momento. El derrumbe de las ventas como consecuencia del impuestazo, la devaluación, la inflación y la suba de las tasas de interés es un duro golpe para empresarios y empleados que vieron desvanecerse las buenas expectativas que tenían a fines de 2013.

Frente a ese panorama, las reuniones entre los protagonistas del sector y los funcionarios del Gobierno se suceden en busca de medidas que ayuden a frenar la caída en las ventas y mejore el panorama a futuro.

De acuerdo a Jorge Pandini, de La Nación, como ya se explicó la mayor inquietud de los funcionarios nacionales fue frenar la salida de dólares por lo que decidieron aplicar un impuestazo, que en algunos casos duplicó el valor en dólares de los automóviles a los modelos de mayor precio, afectando especialmente a los de marca premium y los de más alta gama de los fabricantes generalistas.

Es natural que frente a un panorama tan preocupante se alteren los ánimos y que se expresen algunas ideas que poco tienen que ver con un diagnóstico adecuado del origen de los problemas. En los últimos días, algunas voces apuntaron a la cantidad de concesionarios premium abiertos en el país y se criticaron las ventas de autos de alta gama en 2013.

En verdad, la cantidad de puntos de venta de determinados productos es una respuesta de los empresarios a las demandas del mercado. Nadie está dispuesto a abrir un local donde sus productos, sean caramelos o autos importados, no se vendan.

El casi centenar de locales, entre talleres y puntos de venta, de las marcas premium son fuente de trabajo para miles de empleados argentinos y tributan millones en impuestos.

La solución no debería ser el cierre de locales o la prohibición de importaciones, sino volver a una economía fuerte y permitir el crecimiento de todas las marcas, tanto premium como generalistas.