Editorial

Los nuevos héroes de la vida

Nadie discute que los médicos y las médicas, las enfermeras y los enfermeros al igual que todos los auxiliares de hospitales, clínicas, sanatorios y pequeños centros de salud se han convertido en los ejércitos de la humanidad para enfrentar al poderoso coronavirus que se despliega, impetuoso, en todas direcciones sin siquiera reparar en las fronteras abstractas que dividen los países. Ante esta certeza incuestionable, las gentes de aquí y de allá inventó un reconocimiento simbólico, el aplauso, para esos héroes y heroínas que en algunos casos ya confrontan cuerpo a cuerpo con el enemigo invisible y letal mientras que en otros esperan alertas en las trincheras, con valor pero también con cierta angustia. Se trata de un agradecimiento desde lo más profundo del corazón, pero también una dosis de motivación y valor la pelea que se da, por ejemplo en España e Italia -países que sentimos tan cerca pese al océano que nos separa-, en pasillos de hospitales abarrotados de enfermos con cuadros de neumonía y muchas veces sin los elementos de seguridad que se necesitan, como barbijos, guantes, camisolines, máscaras faciales de acetato y lavandina, entre tantos otros. 

Ya lo planteó el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, el sábado pasado en una conferencia de prensa con matices severos para advertir sobre los costos de no cumplir con el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Es que trató, con el uso de términos bélicos, de buscar una reacción entre tantos despreocupados e imprudentes santafesinos que rompen la cuarentena sin dimensionar cuales pueden ser las consecuencias personales, para sus familias y para el conjunto de la sociedad. Dijo Perotti que estamos en guerra contra la enfermedad del coronavirus pero que a diferencia de las batallas tradicionales en las que el ejército iba delante y los médicos detrás, en esta oportunidad son los soldados del sistema sanitario los que encabeza la ofensiva.  

De tanto en tanto aparecen mensajes de médicos desesperados que procuran hacer una necesaria catarsis, a veces con tono apocalíptico aunque, a juzgar por la imagen que devuelve el mundo, no exageran demasiado. En este plano se inscriben los profesionales españoles, que están extenuados de la guerra a la vez que se sacrifican lejos de sus familias que permanecen en cuarentena, haciendo su parte.

En la Argentina, donde los casos positivos continúan en alza tal como se esperaba, la presión aún se siente más en el plano psicológico que en la vida real, pero esta ecuación puede invertirse en cualquier momento si los irresponsables e inconscientes colectivos ganan su batallita vaya a saber contra quién. De todas formas, se suceden cada vez con mayor frecuencia los mensajes de médicos alarmados "por lo que se viene" -a partir de estimaciones realistas, pesimistas u optimistas, aunque a decir verdad ninguna es favorable-, porque de un lado observan el estado de la infraestructura de sus "trincheras" hospitalarias y los recursos materiales con que cuentan para salvar vidas, entre ellas las propias, y el poder arrasador del coronavirus. 

En Rafaela misma, integrantes de la comunidad médica se han expresado con mini mensajes en los que abren sus sentimientos, no disimulan sus temores y angustias a la vez que imploran para que todos cumplan con el aislamiento social, preventivo y OBLIGATORIO. Incluso, madres y padres que trabajan en centros de salud alquilaron departamentos para, una vez que la pandemia se instale con decisión en la ciudad más allá de los 3 ó 4 casos de la actualidad, no tener que regresar a sus hogares y proteger de este modo a sus familias. Es decir, resignan el contacto con la gente que aman para disminuir la amenaza en su entorno. Un gesto invalorable en los tiempos que acechan. 

En esta columna que busca realzar compromisos y actitudes solidarias no hay que olvidar a tantísimas personas que con entusiasmo no deja solo a los "soldados de bata" y procuran con donaciones y sus destrezas ante una máquina de coser y otras herramientas ser proveedores circunstanciales de "armamento" para cuidar la salud de los guerreros. Increíble ver tanta solidaridad que también, paradójicamente al igual que el coronavirus, contagia. También emociona, sensibiliza. No es posible permanecer indiferente ante semejante ola solidaria. 

El ecosistema científico global también se encuentra del lado de los héroes anónimos en su cruzada por descubrir la cura, una vacuna que actúe como un escudo entre la vida y la muerte. Y no hay que olvidar a todos los hombres y mujeres de los organismos de seguridad de todos los niveles que están desplegados -con una gran sobrecarga laboral- con la misión, por momentos casi imposible- de lidiar con las personas que circulan con la calle con justificación y en especial con aquellas que rompen la cuarentena, muchas de las cuales muestran algún grado de resistencia.  

Un aplauso cerrado, entonces, de todo el teatro-mundo para quienes asumen roles clave sobre el escenario de la vida, precisamente, en defensa de nuestra salud, de nuestra vida. 


Autor: REDACCION

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