La Palabra

Los Indios Tacunau: el momento de mayor popularidad*

Sucedió que estando en las peñas hicimos un disco de un sello que ya no existe que empezamos a difundir en las radios. Y un día, Miguel Franco y Víctor Abel Giménez, creo que hablaron con la gente de Emi y nos dieron la posibilidad, fuimos a dar una prueba en octubre del sesenta y ocho y entramos a Emi Odeón donde no entraba cualquiera. Preguntamos cuándo podíamos grabar y nos dijeron que eso sería el año siguiente. Pero ya teníamos contrato firmado. Y un amigo de Río Cuarto  nos llevaba a actuar por su pago. Era enero del sesenta y nueve, y nos preguntó si conocíamos Cosquín, le dijimos que no, nos llevó a ver si nos podía meter en el festival. Nosotros habíamos armado con Nelson la Marcha San Lorenzo con guitarras, la tocábamos en todas las peñas y gustaba mucho. Este amigo -un cordobés fantástico- con la familia nos llevó en la camioneta a Cosquín con las violas, los trajes y los ponchos. No había lugar pero ese miércoles al final nos mandaron como a las cinco de la mañana al escenario mayor. No había mucha gente a esa hora en la plaza pero nos fue bastante bien, ahí probamos con la Marcha San Lorenzo. Cuando salimos del escenario, gente de la comisión nos preguntó si podíamos ir al día siguiente. Nos convocaron a las diez de la noche, así fue el destino nuestro, el jueves a las diez estábamos ahí. Como a las once nos avisa Julio Márbiz que teníamos que hacer dos temas y nos pregunta cuáles serían. Le dijimos la Cueca del violín y la Marcha. Nos dijo que la Marcha no porque ya la había hecho el Cuarteto Zupay vocalmente. Lo convencieron y aceptó. Largamos -temblando- con la cueca que era nuevita y casi no se conocía, hubo un aplauso importante. Y sin decir nada arrancamos con la Marcha, y fue una cosa que no podíamos creer. Y se empezó a venir un aplauso, y la gente cantando latente. Terminamos y yo lloraba, mi hermano también, y nos fuimos. Seguía el aplauso. Salió Márbiz a despedirnos y pedían otra, tuvimos que volver al escenario y tocamos Pájaro campana. Nos fuimos de Cosquín, volvimos a Río Cuarto, y lo escuchábamos a Márbiz por radio anunciando que habíamos salido revelación y nos esperaban de vuelta para recibir el premio. No pudimos volver porque teníamos otros compromisos. El representante de la grabadora estaba en Cosquín, se comunicó con nosotros y nos decía “¿Quién los trajo aquí? ¡Tenemos que ir ya a grabar esto!”. Y en ese momento no podíamos así que fue en febrero. Nadie podía creer esa situación. Nadie sabía en nuestro pueblo, mi madre en casa tampoco, cuando aparecimos en Cosquín.

La historia de haber incorporado la Marcha San Lorenzo al repertorio

En mi pueblo de Trenque Lauquen había un guitarrista que era no vidente, muy amigo de papá, tocaban juntos ellos. Se llamaba Ernesto Talarico y tocaba dos marchas: San Lorenzo y Tres árboles que es uruguaya. Nosotros quedamos asombrados porque las tocaba solo, era fantástico. Y nos quedó eso, un impacto, éramos chiquitos y no tocábamos la guitarra todavía. Pasan los años y una vez lo encontramos al cieguito, y recordaba cuando éramos chiquitos y salíamos de gira con él. Incorporamos el tema, la sacamos como la hacía él, le agregamos el clarín cuando Nelson empieza con la guitarra, la probamos en Trenque Lauquen en una peña, y era una cosa que la tocábamos dos veces por noche por lo que gustaba mucho. Y  a partir de ese momento hasta el día de hoy no podemos dejar de tocarla. Donde vamos, la terminación del espectáculo tiene que ser la Marcha, no hay otra.

Cincuenta años interpretando ese mismo tema

Podés creer que actualmente cuando vamos a un lugar y nos piden la Marcha, la gente automáticamente la canta. Es una gran emoción. No podemos evitar de tocarla. Digo que eso fue lo que  nos abrió la puerta en el país y en el exterior.

Y a partir de ahí sigue la historia del dúo…

Empezamos a grabar en Emi con repertorio variado, temas del litoral, hicimos un disco dedicado exclusivamente a esa región, con chamamé donde participó Raúl Barboza, el comentario lo hizo Ramona Galarza con mucho cariño, con Antonio Tarragó Ros grabamos también. Y después hicimos discos de tangos, un montón con chacareras, escondidos, muchas cosas del norte, zambas carperas, muchas milongas del sur, huellas, estilos, pero no nos quedamos en nuestra zona, muy variado el repertorio. Nuestro asesor en Emi fue el maestro Carlos García que nos escuchaba con mucho cariño y respeto porque era un padre para nosotros y nos sugería muy delicadamente alguna cosa, y nosotros le pedíamos opinión. Como no sabemos música algunas partituras se la llevábamos al maestro para que la pasara con el piano. El no podía creer cómo de oído nosotros sacáramos las cosas a la perfección.

Cómo nos resultó la profesión sin saber leer música

Siempre tocamos de oído. Cuando hemos grabado con José Libertella, con el maestro Carlos García, le pasábamos todo en un casete y ellos hacían sus arreglos. Todos se adaptaban a nosotros. Incluso en Japón que es la experiencia más fantástica que tuvimos, el dúo gustó mucho en la gira, tocamos en la NHK donde hicieron un programa exclusivo de media hora para Los Indios Tacunau. Una orquesta de más o menos sesenta músicos, un quinteto vocal masculino, un trío de chicas que cantaban jazz muy bueno, nos dieron la bienvenida, una cantante japonesa muy buena. Nosotros hicimos Chacarera del rancho, El humahuaqueño, El cóndor pasa y El arriero. Ensayamos un día entero con esos músicos, no dábamos más. 

Circunstancias del primer viaje a Japón

Año ochenta y dos. Andaban unos japoneses buscando artistas, llevaron a Los Quilla Huasi, y otros más. En un momento hablaron con nosotros y fuimos para hacer veinte días porque no estábamos convencidos de quedarnos más tiempo. Al final fuimos diez veces. Debutamos en un lugar que se llama Kawamata donde todos los años en octubre tiene un Festival Cosquín en Japón con artistas japoneses que interpretan folklore argentino y americano. En las siguientes giras a Japón los recitales eran de dos horas, la primera hora con tangos y milongas, la segunda con folklore. Debíamos cumplir la cantidad de temas y el orden riguroso establecido y solo un bis. La empresa que nos llevaba nos daba a veces dos días libres antes de empezar a trabajar, después venían las pruebas de sonido. Otros dos días de descanso, y en un mes alrededor de dieciséis actuaciones. Volvíamos con muchos regalos, invitaciones a cenar. 

Llegar a otros países

Algo en Uruguay y Chile. Donde más estuvimos fue en Perú y Ecuador. Dos veces en Colombia, una semana en Venezuela. Muchas veces en la colonia argentina de Estados Unidos haciendo base en Nueva York. En Canadá para clubes de argentinos. Viajes en cruceros japonés cantando para japoneses exclusivamente por Europa y otro por el Pacífico.

*El texto pertenece a la entrevista realizada por Raúl Vigini a Néstor “Cacho” Tacunau

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