Editorial

Los incendios forestales

Argentina está en llamas. Por diferentes motivos, la actualidad es tan compleja que genera preocupaciones en todos los aspectos. No solo en lo sanitario y lo económico, temas que abordamos en reiteradas oportunidades, sino en otros temas que merecieron un similar tratamiento editorial.

La corrupción, la inseguridad y la pobreza, son algunas de las cuestiones que deberán corregirse, aunque desde cualquier óptica con que se analicen esas situaciones, la tarea se presenta como de excesiva dificultad.

Este año viene golpeando con extrema dureza, por la ya apuntada pandemia, que derivó en pérdidas considerables para varios sectores productivos.

Pero al margen de todo lo expuesto, otras crisis está afectando a gran parte de la Argentina, como consecuencia de la tremenda sequía, de las malas intenciones de algunas personas y de un clima que no colabora.

Los incendios forestales, hoy siguen castigando a prácticamente la mitad de los territorios provinciales, en algunos casos desde hace más de dos meses, como Córdoba, que a pesar del conmovedor esfuerzo que realizan los bomberos y también los pobladores, no logran controlar el avance del fuego.

Argentina, literalmente, está ardiendo, en primer lugar por la adversidad del tiempo, pero además por la falta de previsión ante estas circunstancias, que lamentablemente se reiteran cada año, aunque no siempre con las mismas consecuencias.

El fuego es un elemento natural en muchos ecosistemas, y particularmente, en nuestro territorio nacional, donde muchos de los pastizales, como los de las regiones pampeanas y del noreste, evolucionan con pulsos recurrentes e incontrolables, pese a la buena voluntad de quienes lo combaten.

No solamente debe atribuirse ese fenómeno al calentamiento global, sino que existen otros aspectos igualmente importantes, como la deforestación y las escasas precipitaciones que se registran en determinadas épocas.

En ese contexto, los incendios resultan una enorme amenaza, que muchas veces se extienden hasta los centros urbanos, con el consecuente riesgo para quienes habitan en esos lugares y para sus bienes personales.

Un informe de la Fundación Vida Silvestre Argentina es contundente. Asegura que seres humanos son responsables del 75% de los incendios forestales que son reportados a nivel global.

También afirma la organización que "si continúan las tendencias actuales, habrá consecuencias devastadoras a largo plazo debido a la liberación de millones de toneladas adicionales de dióxido de carbono".

Eso se sumará inexorablemente a los impactos inmediatos que diezman la biodiversidad, destruyen ecosistemas vitales, amenazan vidas, propiedades, medios de vida y economías.

Pero existe otro dato repudiable desde todo punto de vista. Es el que confirma que "el 95% de los incendios forestales son provocados por intervenciones humanas, por fogatas, colillas de cigarrillos, el abandono de tierras y la preparación de áreas de pastoreo con fuego".

Una de las formas de prevenir los incendios forestales, es la realización de quemas controladas para evitar la acumulación de materia seca, combustible, que puede generar un foco ígneo incontrolable.

En ese sentido, es importante planificar las quemas, que en la mayoría de las provincias cuentan con normas específicas que habilitan su realización.

Obviamente, las mismas deben llevarse a cabo bajo condiciones ambientales precisas: las temperaturas deben ser inferiores a los 20°, el viento debe oscilar entre 5 y 15 kilómetros por hora, y se tienen que haber registrado lluvias en los últimos días para que haya un rango de humedad del 40% al 50%.

En esos casos, se necesita un enfoque basado en la ciencia para pronosticar el riesgo y priorizar intervenciones, elementos críticos para evitar que las quemas se transformen en incendios.

Pero además, es imprescindible que se planifique en todas las regiones críticas y susceptibles a incendios una red de cortafuegos que permita manejarlos. Será fundamental para ello disponer de una traza efectiva y el mantenimiento de cortafuegos, para evitar el avance sin control de las llamas.

Históricamente el fuego utilizó como una herramienta de manejo necesaria para algunos ecosistemas, como los pastizales. Los campos ganaderos de pastizales altos necesitan manejarse con quemas para aprovechar el rebrote tierno, pero además para bajar la carga combustible.

Sin embargo, es evidente que la práctica en muchos casos es aplicada sin el control y la capacitación necesaria e incluso en ambientes y épocas no aptas. inadecuadas.

Los reportes globales y locales coinciden en señalar la responsabilidad humana en todo esto y por lo tanto en el fondo estamos ante incendios que se generan fundamentalmente por la intencionalidad de quienes los provocan, quienes deberían ser pasibles de sanciones en caso de ser identificados.

Autor: REDACCION

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