Suplemento Economía

Los desafíos que ahora debe enfrentar Cristina

Por Guillermo

Malisani


(Especial de NA). - Tras la agitada gira de Cristina Kirchner por Estados

Unidos, que incluyó roces con el FMI y un inusual cruce con

universitarios, el Gobierno deberá enfrentar un debate pendiente y

de alto impacto para la gente: el retraso en las tarifas de los

servicios públicos.

En los trajinados cinco días de gira, la jefa de Estado se

quejó del trato "futbolístico" que el Fondo tuvo hacia la

Argentina; negó que la inflación se encuentre en el 25 por ciento

anual; defendió las estadísticas del INDEC; mantuvo encuentro de

negocios con empresarios petroleros y descalificó como "título

mediático" el denominado cepo al dólar, rechazando su existencia.


Sobre este último punto, la Presidenta fue enfática y

terminante: habrá que empezar a pensar en pesos, porque dólares no

habrá para nadie, porque no se los puede imprimir en el país, la

Argentina no los tiene y los que tengan los deberá usar para

cubrir obligaciones externas.


En la semana y como anticipo, el diputado Roberto Feletti

reconoció que el control cambiario continuará "hasta que el peso

se convierta en la reserva de valor".

En defintiva, Cristina Kirchner dejó en claro que las

restricciones cambiarias llegaron para quedarse, casi

definitivamente, y si bien comprendió que "haya alguno enojado",

admitió que "es imposible contentar a todos" y que debe gobernar

para los 40 millones de argentinos, pese a los cacerolazos.


Ese fue el tenor de la respuesta a una incómoda pregunta de un

estudiante de la Universidad de Harvard sobre el "cepo" impuesto

por el Gobierno para la compra de dólares, uno de los emblemas del

"cacerolazo" local que tuvo su versión neoyorkina cuando la jefa

de Estado se encontraba en el lujoso hotel Mandarín Oriental.


Pero uno de los puntos más picantes de la gira lo afrontó al

hablar ante la Asamblea Anual de la Naciones Unidas, donde fustigó

al Fondo y le dijo a su titular, la francesa Christine Lagarde,

que no puede tratar al país como un equipo de fútbol, luego de la

amenaza de sacarle tarjeta roja a la Argentina por sus sospechosas

estadísticas.


En un mundo complicado financieramente, con graves

consecuencias en España y Grecia, y marcada desaceleración

económica, la advertencia del FMI constituyó una muestra más de

la impericia y destiempo que vienen caracterizando al organismo en

los últimos años.

Si se cumple la amenaza, el Fondo tendría que iniciar el 17 de

diciembre un procedimiento que podría terminar en la suspensión

del derecho a voto en el organismo y hasta la expulsión del

organismo.

Sólo la ex Checoslovaquia, en 1954, fue expulsada por falsear

en sus pedidos de información y en una situación similar

estuvieron Zimbabue, Somalía, Liberia y Sudán, pero no llegaron a

ser desafectados del organismo.


Pero, más allá de la controversia con el Fondo y la veracidad

de las estadísticas públicas, lo cierto es que implícitamente el

gobierno admite que la inflación supera el 20 por ciento, porque

de lo contrario no homologaría paritarias con porcentajes

superiores y no aumentaría en igual término las asignaciones

familiares.


Lo preocupante es, en definitiva, que ese aumento de precios

se da en consonancia con una visible desaceleración en el ritmo

económico, reconocida inclusive por las proyecciones del

cuestionado INDEC y un frente internacional cada vez más crítico.

Tarifas: un debate pendiente

En medio de ese clima incierto, el Ejecutivo tiene en carpeta

un tema aún no resuelto: el congelamiento de las tarifas de

servicios públicos y que ya empezó a impactar de lleno en las

empresas concesionarias.


Tras una década de retraso en la actualización tarifaria,

subas salariales del 20 por ciento y una inflación persistente, la

distribuidora de gas Metrogas, la más grande del país, advirtió en

los últimos días que dejará de pagar en términos los vencimientos.

Metrogas siguió la tendencia de Edesur que, ahogada por sus

finanzas, dejó de pagarle a la administradora del mercado,

Cammesa.


Otra señal de alarma en cuanto a la posibilidad de un ajuste

tarifario surgió del proyecto de presupuesto 2013 que el Gobierno

giró al Congreso.

Allí, surge que las transferencias a las Empresas Privadas

sufrirán una caída de 11,7 por ciento respecto de lo presupuestado

para 2012 (4.337 millones de pesos menos), lo que daría cuenta de

una estrategia de reducción de subsidios y por ende ajustes de

tarifas en servicios energéticos y de utilidad general.


Dentro del proyecto de Presupuesto 2013, el Gobierno incluyó

los cargos específicos que se aplican a las facturas de luz y gas,

que le daría la posibilidad de aumentos de hasta el 350 por ciento

en las tarifas.

Así, queda liberado el camino para aplicar los incrementos

futuros o los que el Ejecutivo ya autorizó pero que están

congelados a raíz de la presentación de medidas cautelares que los

frenaron.


Por ejemplo, para hacer frente a las importaciones de gas, el

Gobierno creó un "cargo específico" a los clientes con consumos

superiores a los 1.000 metros cúbicos, que implicó subas de hasta

180 por ciento, pero que muchos usuarios no pagan al amparo de los

recursos judiciales y que ahora deberán abonar.

Resulta difícil proyectar que en un año electoral, el Gobierno

autorice un aumento generalizado en las boletas de servicios

públicos, pero lo cierto es que los subsidios se recortarán, que

los recursos faltan y que las empresas licenciatarias afrontan

serias dificultades económicas y financieras por el desfase entre

costos y tarifas.

Autor: Redacción

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