Suplemento Economía

Los desafíos de un sendero estatista

El

Gobierno decidió avanzar por un sendero con escaso margen de

error, al disponer que el Estado se haga cargo de la mayoría de

los principales resortes de la economía, en momentos en que no se

avizora un plan para poner en caja la inflación y hasta el jefe

del Palacio de Hacienda considera al tema un "problema menor".


La decisión de aplicar una fuerte intervención en el mercado de

capitales y de disponer en qué menú productivo pueden invertir las

aseguradoras, planteará una desafío mayúsculo para una burocracia

creciente.

La Argentina creó unos 2,5 millones de puestos de trabajo en

los últimos años, pero buena parte correspondió a empleo público

en todas las instancias gubernamentales: nacional, provincial y

municipal.

Si el cristinismo es "la etapa superior del kirchnerismo", como

bromean en voz baja algunos intelectuales oficialistas que leyeron

la obra cumbre de Vladimir Lenin ("El imperialismo, etapa superior

del capitalismo"), los límites de la concepción de ir "por más"

que replica en cada acto de la presidenta Cristina Fernández son

una incógnita.


La Presidenta parece estar convencida de estar llevando

adelante una cruzada para cambiar de raíz la matriz económica,

social y hasta política de la Argentina, persuadida de que el

"modelo", cuya silueta emerge sinuosa y difusa, puede marcar el

rumbo de este siglo turbulento.

Desde el punto de vista económico, una carencia que afronta el

kirchnerismo está vinculada con su incapacidad para aceptar datos

objetivos de la realidad, miopía que suele pagarse cara, aunque

tal vez esa cuenta no la deba saldar Cristina sino su sucesor,

como ocurrió con la "bomba de tiempo" que Carlos Menem le dejó a

Fernando de la Rúa.


La Presidenta ni siquiera pudo aún desenredar la madeja de

subsidios multimillonarios que quedó de su primer mandato -intentó

eliminarlos y enseguida debió retroceder-, y se introdujo en una

jaula y arrojó la llave con la cuestión inflacionaria, un tema

que, como no sabe solucionar, opta por negar.

La escalada de precios parece ser el principal problema de la

economía argentina, y la razón por la cual se deben tomar cada

semana medidas que van esmerilando la sustentabilidad del modelo.


La insólita lógica esgrimida por el ministro de Economía,

Hernán Lorenzino, de que mientras se crezca la inflación no

interesa, caería en el mismo error político de quienes repiten

"roban pero hacen", para describir cierta tendencia a un

pragmatismo mal entendido que caracterizó distintas etapas del

populismo en la Argentina, liderada en todos los casos por el

peronismo.



SE LLAMA CEPO

El primer ejemplo de que la inflación es un problema fue el

cepo al dólar: ante la fuga de capitales, Cristina razonó que

devaluar sólo provocaría una escalada aún mayor de precios, y por

eso prefirió prohibir la venta de divisas a costa de mantenerla

retrasada y perjudicar al aparato industrial.


De paso, enturbió el mercado cambiario: la Justicia debería

investigar qué viene ocurriendo con el dólar paralelo, y si el

gobierno está interviniendo para condicionar su precio.

¿Acaso la autoridad monetaria está interviniendo a través de

terceros? ¿Qué rol juega la ANSeS cuando le vende dólares al BCRA?

¿Qué ocurre con la diferencia entre el dólar que se paga a los

exportadores cuando liquidan divisas y el valor "real" en el

mercado negro de esa moneda?


Son preguntas por ahora sin respuesta, pero como ocurrió con la

híperinflación a fines de los 80 y la convertibilidad y el

endeudamiento a fines de los 90, la falta de transparencia en el

mercado debería ser seguida con atención por la Justicia.  


KICILLOF PINCHO

LA "BURBUJA"

El viceministro de Economía, Axel Kicillof, alertó a la

Presidenta sobre el riesgo de una burbuja inmobiliaria que estaba

elevando los precios de las viviendas y haciendo que el sector de

la construcción se enfocara en las propiedades destinadas a

sectores de alto poder adquisitivo.

"Los sojeros estaban comprando viviendas para ellos, para sus

hijos y también para sus nietos", fue el análisis escuchado cerca

del hombre fuerte de la economía.


Por eso, al gobierno no le preocupa la caída del 65 por ciento

que el cepo al dólar provocó en la actividad inmobiliaria.

Considera que el plan de viviendas Procrear podrá reemplazar la

caída en el nivel de actividad, porque cada mil viviendas que se

construyen se crean unos 3.000 puestos de trabajo.


Diego Bossio, la espada que Cristina tiene al frente de la

ANSeS, destacó que el 80 por ciento de las familias que obtuvieron

un préstamo de Procrear (con promedio de edad de 35 años y dos

hijos) tiene ingresos menores a los 10 mil pesos mensuales.

Así, la iniciativa estaría llegando a la clase media con fuerte

empuje, y podría también dinamizar la actividad constructora.


Distinto es el caso de los sectores populares: para el

gobierno, la pobreza afecta al 7 por ciento de la población,

mientras que para el Barómetro de la Universidad Católica está más

cerca del 25 por ciento.

Las imágenes que a diario pueden verse en las calles

argentinas, en especial en zonas postergadas de la Ciudad y del

conurbano, parecen estar más cerca de la perspectiva de la Iglesia

que de la realizada por el INDEC.


Pero más allá de la polémica por los indicadores, el gobierno

aún no le encontró la vuelta al problema social, que parece

demandar mucho más que una estrategia basada en subsidios que se

cristalizaron, sin lograr traducirse, en gran parte de los casos,

en una salida laboral genuina.

Autor: José Calero

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web