Hablar de Ana María Ramos, es hablar de esas personas que tienen el don transformador a través de la palabra. Qué pueden crear mundos y celebrar encuentros a pesar de las distancias y la magia de acortarlas, además dar el aliento preciso en momentos de dolor o celebrar las alegrías cuando la ocasión lo amerita. Tal vez estas líneas se verán impregnadas del gran afecto que siento por ella, pero intentaré perfilarles a la talentosa Ana María, quien me otorgó uno de esos títulos que no se compra ni se vende, el de la amistad que “solo se da cuando en el pecho se siente”. Esta historia comenzó de manera poco usual que pasaré a relatarles. Siempre hay letras y melodías que suelen prendarse en el corazón. Eso me ocurrió a mí con el “Balcón de la copla”
“Déjenme que les cuente/ como es mi tierra/ lo va a enamorar su cielo/ color de zamba/ y en el balcón de la copla/ lo espera Salta.”
Estuve un largo tiempo tratando de ubicar a los creadores de esta canción sin tener respuestas o datos precisos. Sus autores son David Pérez (hermano de la cantante Melania Pérez, quien ya había fallecido) y Ana María Ramos (a quien no tenía el gusto de conocer). Ellos conformaron por muchos años el Dúo Alborada, que realizó numerosas presentaciones por diversos escenarios de Latinoamérica. El Dúo nunca grabó discos, por lo tanto no existían registros sonoros del tema. El tiempo pasó, pero mi inquietud no cesó. En una de las tantas visitas que realizo a Salta, tuve el gusto de compartir una larga mesa con amigos y por supuesto la guitarreada hasta altas horas de la noche. Los anfitriones Elena y Eduardo Chavarría (amigos entrañables), no tuvieron mejor idea que invitar para ese encuentro a dos artistas admirados y apreciados por mí; nada más y nada menos que Melania Pérez y Josito Cafrune. Imaginarán ustedes el silencio reinante para dar paso a la música y solo acompañar con algunos coros y palmas. El encuentro además de inolvidable, daría respuesta a mi inquietud.
En un momento conversando con Melania, le pregunto sobre la canción; hablamos sobre su hermano David y allí me cuenta que podía ponerme en contacto con la autora de la letra. Con posterioridad me relacioné con Ana María y así surgieron no solo las respuestas esperadas, sino una versión que grabó en estudio especialmente para mí, para que conozca su ritmo, su cadencia y algo fundamental y particular como su melodiosa voz. En otra de mis visitas a Salta nos conocimos personalmente, tuvimos la posibilidad de estrecharnos en un abrazo profundo, hablamos de música, su trayectoria, lecturas y compartimos el mate recorriendo su historia a través de las fotografías, sellando así una amistad que perdura y se fortalece a pesar de las distancias geográficas.
Retomando mi tarea de poder contarles en palabras una ínfima parte de este ser de luz, solo me resta mencionar nuestras charlas telefónicas, y recuperar algunas de sus palabras vertidas con amor en un momento muy duro de mi vida personal:
“…Dios es grande, la vida es maravillosa, con todas sus luchas, con todos sus reveses y cuando ya envejecemos, nos deterioramos y es tiempo de decir adiós nos tenemos que ir con la sonrisa de haber vivido fieles a lo que somos, aunque a veces no sepamos muy bien lo que somos, pero no nos creamos lo que otros dicen que somos, busquémonos, encontrémonos, aceptémonos y amémonos, es necesario. Hay tanto para dar, tenemos tantas cosas para compartir…”
Por eso cada vez que puedo celebro aquella bendita inquietud y espíritu preguntón que me caracteriza por la profesión periodística y me brinda la posibilidad de encontrar en mi camino personas hermosas como Ana María Ramos.