Editorial

Las variantes climáticas

Argentina es uno de los no muchos países en el mundo que se caracteriza por tener bien marcado el clima que se registra en las cuatro estaciones del año.

Ese fenómeno, obviamente, se da por su ubicación geográfica, aunque también vale la pena señalar que dentro de un mismo período las diferencias que se registran en las temperaturas son considerables.

Eso tiene que con su extensión territorial, particularmente de norte a sur, pero además porque en sus extremos oeste y este las características son muy diferentes.

Hoy mismo, como ocurre en cualquier época del año, La Quiaca y Ushuaia presentan realidades opuestas, a veces demasiado marcadas y en otras no significativamente.

Lo propio sucede en los otros extremos del país, ya que es muy diferente el clima cordillerano que el oceánico.

Sin embargo, ese tema no es tan importante como para que nos preocupemos, porque quienes habitamos en este suelo tenemos un conocimiento pleno de lo que estamos hablando.

El hecho que estemos acostumbrados a convivir con ese tipo de variables, de ninguna manera admite una explicación complementaria, aunque en ciertas ocasiones pueda llegar a sorprendernos un cambio drástico en la columna mercurial en épocas impensadas.

Sí, en cambio, debe merecer una atención especial todo lo que viene sucediendo a nivel global, con variantes significativas en los componentes del clima, en particular, cuando se realizan comparaciones de períodos extensos, que incluso llegan a medirse por décadas.

El clima en nuestro planeta sufrió modificaciones a lo largo de toda su historia, debido a erupciones volcánicas, movimientos sísmicos o maremotos, que han modificado el comportamiento del tiempo.

Como consecuencia de esos fenómenos, la temperatura media de la superficie terrestre se fue incrementando, pero en este caso por factores externos, como el proceso de industrialización y la contaminación del aire por la combustión de petróleo o carbón.

Otro dato que tuvo una enorme influencia en los últimos tiempos es el que está relacionado con la deforestación indiscriminada que se refleja en un talado de bosques que sigue creciendo, como así también con los grandes incendios, que afectan superficies inmensas, como se dio en Australia o en la Amazonia.

De acuerdo con lo expresados por un grupo de investigadores del denominado Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el calentamiento desde los niveles preindustriales hasta el presente se ha incrementado en 0,90 °C., una cifra que realizando una lectura superficial no parece muy relevante, pero que resulta preocupante en términos reales, según coinciden los especialistas en la materia.

Por otro lado, los Gases de Efecto Invernadero, entre los que se encuentran el dióxido de carbono, el óxido nitroso y el metano, tienen la propiedad de absorber y reemitir la radiación infrarroja que la Tierra recibe del Sol.

Gracias a ellos, ocurre un fenómeno conocido como efecto invernadero natural, que permite que la Tierra mantenga una temperatura anual promedio de 15 ºC. En caso de no existir dicho efecto, esos valores se reducirían a -18 ºC.

Es sabido que algunos de los gases mencionados se encuentran naturalmente en la atmósfera, pero otros son producidos por el ser humano como resultado de actividades vinculadas a la generación de energía, el transporte, el uso del suelo, la industria y el manejo de los residuos, por citar algunos.

A partir de la acumulación de esos gases en la atmósfera se potencia el efecto invernadero natural y esto se traduce en el aumento de la temperatura global.

De acuerdo con el último inventario de Gases de Efecto Invernadero de la Argentina, efectuado antes de la pandemia, el 52% de las emisiones del país están vinculadas al sector energético; el 40% corresponden a la agricultura, ganadería y otros usos de la tierra; el 4 % a la industria y el 4 % restante a los residuos.

Por todo lo enunciado, los impactos que hoy sufre el planeta obligan a tomar medidas en el corto plazo, que implicarán grandes esfuerzos económicos.

Paradójicamente, son los países que no alcanzado su pleno desarrollo quienes sufren con mayor gravedad este fenómeno, a pesar de no ser los principales causantes. En este sentido, el cambio climático evidentemente incrementa las desigualdades ya existentes entre los diferentes países, pudiendo generar un nuevo obstáculo al desarrollo sostenible.

Los investigadores no dudan en asegurar que será necesario un gran cambio institucional y tecnológico para que el calentamiento global no supere en los próximos años un aumento de 2 ºC promedio sobre la superficie del planeta y para que exista una mayor probabilidad de evitar daños que podría resultar catastróficos e irreversibles. Ese compromiso tendrá que ser asumido por las millones de personas que habitan la Tierra.

Autor: REDACCION

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