Editorial

Las rondas de las Madres

Organización emblemática en la lucha por los derechos humanos a nivel mundial, las Madres de Plaza de Mayo conmemoraron al inicio de esta semana el aniversario número 41 de su primera ronda a la Pirámide de Mayo cuando transcurría la última dictadura militar.

A poco más de un año del golpe de Estado de marzo de 1976, un grupo de 14 madres y abuelas se reunieron el sábado 30 de abril de 1977 en la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, para exigir la aparición de sus hijos y nietos desaparecidos. Como estaba prohibido el agrupamiento de más de tres personas en la vía pública en un contexto de estado de sitio, las mujeres empezaron a dar vuelta alrededor de la Pirámide de Mayo. Azucena Villaflor, Berta Braverman, Haydée García Buela, María Adela Gard de Antokoletz, Julia Gard, María Mercedes Gard y Cándida Gard, Delicia González, Pepa Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, una mujer de apellido De Caimi y una joven que no dio su nombre protagonizaron sin saberlo el inicio de una protesta que perdura hasta estos días. 

Cansadas de golpear puertas de organismos, sedes policiales y militares e incluso de iglesias sin obtener respuestas, a este grupo de valientes y decididas mujeres no les quedó alternativa que desafiar a los dictadores sin importar el costo que pudieran pagar. 

Para recordar este 41 aniversario del comienzo de las rondas, la actual presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, ofreció el último lunes una "lentejada con chocolate" en su sede de Hipólito Yrigoyen 1584, donde por la tarde se inauguró el "Centro de la Memoria, el Amor y la Resistencia" y una muestra fotográfica, mientras que también se abrió la sede -los reconocimientos, los archivos, los presentes y los espacios de reunión- al público en general. 

La dirigente, reconocida a nivel mundial, consideró que "el pañuelo es provocador, interpela". En un primer momento,  las Madres y Abuelas no tenían un símbolo que las identificara pero en octubre de 1977 decidieron participar de la caminata a Luján que organizaba la iglesia católica y sintieron la necesidad de utilizar un elemento que las unificara. Fue así como nació la idea de llevar un pañuelo blanco en la cabeza. 

Cuando las mujeres repitieron semanalmente sus encuentros y caminatas de protesta, la Junta Militar las llamó “Las locas de la Plaza”. En este escenario, su constante reclamo por la aparición con vida de sus familiares se tornó cada vez más visible en el espacio periodístico y en la opinión pública nacional e internacional. Pocos meses después, en diciembre de 1977, Azucena Villaflor, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga fueron secuestradas por la dictadura militar, pero a pesar de éste y de otros intentos por silenciarlas, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo decidieron mantener su reclamo cada jueves a las 15.30.

La realización del Mundial de Fútbol de 1978 en la Argentina permitió la llegada de la prensa internacional que comenzó a hacerse eco de los casos de secuestro de personas, las torturas en sedes policiales o militares y el asesinato y desaparición de las víctimas de la violencia y el terror ejercido desde la dictadura.

Aquel emergente movimiento de denuncia del sangriento terrorismo de Estado, integrado por mujeres luchadoras, se transformó en el principal símbolo de resistencia a la dictadura cívico-militar instaurada instaurada en 1976 y de la defensa de los derechos humanos. 

Nadie puede dudar de la legitimidad de la lucha que durante más de 40 años han llevado adelante las Madres -también las Abuelas- de Plaza de Mayo. Sin embargo, con el viraje político realizado por la Asociación desde el 2004 a esta parte cuando abrazó con fuerza el proyecto de Néstor y Cristina Kirchner perdió en parte el brillo de la historia. En especial por las actitudes de Bonafini y su pirotécnica verbal contra el actual presidente, Mauricio Macri y su mal manejo de los fondos de la Fundación con la que recibía plata del Estado para construir viviendas. 

Más allá de este final opaco de una de las protagonistas de la historia reciente de la Argentina, nadie ni nada puede negar la importancia de las Madres de Plaza de Mayo en la defensa durante 41 años de los derechos humanos, una pieza necesaria para no olvidar ese doloroso pasado, entender el presente y construir el futuro. 

Autor: REDACCION

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web