Editorial

Las nuevas esclavitudes

 Integrantes de diferentes organizaciones religiosas, políticas y sociales participaron del Encuentro Latinoamericano sobre Nuevas Esclavitudes y Trata de Personas denominado "Juntos contra la Trata de Personas".

El encuentro tuvo como sede a la Catedral Metropolitana, y entre los que estuvieron se cuentan el titular de la Fundación La Alameda, Gustavo Vera, y el jefe de la Policía Federal, Néstor Roncaglia.

Asimismo, estuvo el cardenal Vincent Nichols, Arzobispo de Westminster, Inglaterra, designado al frente del Grupo Santa Marta por el papa Francisco para luchar contra la Trata de Personas.

"Nos sentimos impulsados por el Espíritu Santo, con voz profética, para resaltar, valorar, defender, honrar la igualdad en dignidad y derechos de toda persona humana, apoyados en la tradición bíblica. La vida es un don de Dios y nadie tiene derecho a quitarla o dañarla, porque toda vida responde a un proyecto de Dios", indicaron durante el encuentro.

Además, remarcaron: "Nos unimos a la voz del Papa Francisco para decir "Aunque tratemos de ignorarlo, la esclavitud no es algo de otro tiempo. Ante esta trágica realidad, no podemos lavarnos las manos sino queremos ser, de alguna manera, cómplices de estos crímenes contra la humanidad. No podemos ignorar que hay esclavitud en el mundo, tanto o más quizás que antes".

"Ante este flagelo de la humanidad, que actualmente afecta a 40 millones de personas en el mundo, violando lo expresado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en diversas convenciones internacionales, debemos mirar este mal a la cara y enfrentar juntos todos los días esta brutal realidad para prevenir, rescatar, asistir, proteger y servir a las víctimas de estas nuevas esclavitudes, desde cada una de nuestras comunidades", precisaron los participantes.

Como conclusión final del documento elaborado, precisaron que se deben "promover procesos de asistencia integral centrados en la persona y en la defensa de su dignidad. La persona humana se encuentra en el centro de nuestro hacer y nuestra conciencia".

"La Iglesia y las instituciones asistentes nos comprometemos a promover iniciativas entre la sociedad civil, las distintas confesiones, la Policía y las agencias gubernamentales, con el fin de construir confianza entre todas estas instituciones en la erradicación de este mal y en la asistencia a las víctimas.

Esto implica desarrollar y sostener una cooperación práctica sobre una visión compartida".

También señalaron que se deben "fomentar acciones de acompañamiento que permitan que las víctimas puedan aportar a los procesos judiciales sin miedo a las consecuencias".

"Asimismo, reclamar que se destinen mayores recursos para la erradicación de la Trata de Personas, impulsando que los países tengan un presupuesto específico para este fin. Concientizar a las comunidades para que todos abramos nuestros ojos a la realidad invisible de la trata de personas, en particular a las más vulnerables, entre ellos a las poblaciones migrantes".

El encuentro fue promovido por el Grupo Santa Marta, la Conferencia Episcopal Argentina a través de la Comisión Episcopal para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes, la Comisión Episcopal de Pastoral Social y la Comisión Nacional de Justicia y Paz; junto con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) a través de su Departamento de Justicia y Solidaridad, la Red Clamor y el Foro Internacional de Acción Católica, en el que participaron más de 100 referentes de esta temática.

Más allá de la visión religiosa que tuvo este encuentro, es increíble que a esta altura de la Humanidad, todavía la esclavitud sea uno de los tópicos de discusión en diferentes foros. 

Es cierto que este tema tiene una larga historia. Desde tiempos inmemoriales, los grupos humanos que se imponían sobre otros creían tener el derecho sobre la vida y la utilidad de la misma de los que habían vencido. Durante mucho tiempo, esto estuvo absolutamente convalidado por las sociedades, sin distinguir locación geográfica alguna. 

Recién sobre finales del Siglo XVIII, con la Revolución Francesa, comienza a revertirse este tema. Sin embargo, la esclavitud siguió formando parte de los diferentes sistemas económicos y sociales del mundo. 

Ahora, tal vez, no hay mercados cerca de los muelles en donde se cotizan las vidas de las personas en función de su condición física. Pero el mecanismo sigue siendo el mismo: que alguien (muchas de las veces, mujeres) terminen "trabajando" para que lo producido sea utilizado exclusivamente por quien se cree dueño de esa vida. 

Todos debemos tomar conciencia de lo imprescindible que se vuelve que esto deje de ser moneda corriente. No basta con una simple declaración política: hay que actuar, en todos los ámbitos de la vida, para que esta actividad cese. Lo más rápidamente posible. 

Quizás así tengamos un mundo mucho más justo, en donde los ideales de la Libertad se concreten en la vida real. Mientras tanto, todos debemos -al menos- tomar conciencia de que, en realidad, estamos muy lejos del objetivo. 

Autor: REDACCION

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