El
Gobierno confía haber iniciado una ofensiva final sobre la
"industria del juicio" en materia laboral, aunque el principal
escollo le surgió en un distrito imprevisto, la provincia de
Buenos Aires, donde María Eugenia Vidal tiene dificultades para
lograr que la Legislatura acompañe la ley nacional de Riesgos del
Trabajo.
Mientras a nivel país el aumento de juicios en mayo fue del
20%, en la provincia de Buenos Aires se situó en el 104%.
La razón: como la provincia no adhirió a los cambios a la ley
que busca ponerle freno al negocio de los juicios laborales, esa
modalidad se concentró en esa gigantesca geografía que alberga
buena parte de las pymes del país, sobre todo en el sur y el
oeste del conurbano.
Por eso, la UIA se sumó al gobierno y reclamó a las provincias
adherir a la nueva ley, no sin antes advertir que la litigiosidad
excesiva "atenta" contra el empleo y "condiciona la supervivencia
de muchas pymes".
La central fabril señaló la "necesidad de que los poderes
provinciales avancen en el ordenamiento del sistema de riesgos
del trabajo" y pidió que adhieran a la nueva norma, la 27.348,
para cumplimentar el orden procesal federal vigente".
Este escenario confirmó que la política ya no es el único
tablero donde las "mafias" son señaladas desde el gobierno de
Cambiemos, que carga contra la feria La Salada, el narcotráfico y
los intentos de instaurar Estados paralelos, con suerte dispar.
El acento discursivo del presidente Mauricio Macri en los
últimos días -con telepronter recién estrenado- demostró hasta
dónde llega la preocupación de la Rosada por la problemática que
representa para las pymes el acecho de estudios jurídicos que
desde hace décadas se dedican a hacer negocios con las desgracias
de los trabajadores.
Macri incluso le puso nombre y apellido a uno de los señalados
por la Casa Rosada, cuando recordó la vasta experiencia que el
estudio de Héctor Recalde, jefe de la bancada kirchnerista de
diputados y mano derecha de Cristina Fernández, tiene en lo que
hace a juicios laborales.
Lo dijo así: "Este grupo de estudios jurídicos, conducidos por
Recalde, le han hecho mucho daño a la Argentina". También le
apuntó a jueces del fuero laboral, aunque en este caso sin dar
nombres.
Recalde durante años fue el hombre que dio soporte jurídico al
camionero Hugo Moyano, hasta que el entonces líder de la CGT se
peleó con Cristina y el abogado optó por cambiar de jefe,
cobijándose bajo el ala de la ex presidenta.
Macri le apuntó con todo al sostener que era uno de los
ejemplos de los estudios detrás de la "industria del juicio" que
año a año provoca la desaparición de decenas de pymes en la
Argentina, al no poder sostener el pago de millonarias
indemnizaciones por accidentes laborales ciertos, y a veces no
tanto.
En la jerga judicial se denomina "carancho" a ciertos abogados
que se ocupan de buscar negocios en la desgracia ajena.
Hasta una película protagonizada por Ricardo Darín lleva ese
título: la historia, escrita por Pablo Trapero, narra la relación
entre una médica y un abogado sin matrícula, y se vincula con las
víctimas de los accidentes de tránsito y el negocio de las
indemnizaciones.
El empresariado pyme venía advirtiendo sobre la necesidad de
poner un marco a las indemnizaciones por juicios laborales,
porque era la única manera de tener cierta previsibilidad: si una
empresa no sabe cuánto podrá costarle aproximadamente un juicio,
mal podrá prevenir su ecuación de negocios.
Hasta hace poco, en que se reordenó el sistema con una
nueva ley, las demandas podrían llegar a niveles estratosféricos
y carecían de un encuadre que les brindara un marco de
racionalidad.
La maquinaria que alimentó la "industria del juicio" deja una
curiosidad: por ejemplo, los litigios contra las ART provenientes
de trabajadores de pequeñas empresas crecieron el 150% en los
últimos seis años, a pesar de la caída de los accidentes y los
fallecimientos.
"El fenómeno de la judicialidad laboral en la Argentina
presenta características peculiares y propias que no se verifican
en otros países, ni siquiera con economías semejantes o
complementarias. No sólo por el número enorme, sino también por
su incesante y sostenido crecimiento", explica un estudio en
poder del gobierno. Es decir, hay ´gato encerrado´ detrás de
tantos litigios.
De las 127 mil demandas ingresadas a las ART en 2016, 39.805
provinieron de trabajadores que se desempeñan en empresas de
menos de 50 trabajadores. Es que la pyme es más vulnerable que
una gran compañía con un ejército de abogados a disposición.
La tasa de judicialidad de las pequeñas empresas es un 18%
superior al resto de las entidades, y además el crecimiento de
esa tasa casi multiplica por dos a las del resto.
En los últimos seis años, mientras creció 150% para las
empresas de menor porte, en las medianas y mayores aumentó algo
más de la mitad, 86%.
El secretario de Emprendedores y PyMEs, Mariano Mayer,
advirtió sobre el crecimiento de los juicios, en especial en la
provincia de Buenos Aires, y cuestionó al Frente Renovador por
"no apoyar en la Legislatura bonaerense la nueva ley de Riesgos
del Trabajo".
"Ellos hablan mucho de las PyMEs, pero que hayan frenado esto
es realmente una mala noticia. Esperemos convencerlos y que
recapaciten", dijo el funcionario.
La pelota quedó ahora en la cancha del massismo, que busca
hacer pie en un distrito clave en el que se librará la madre
de todas las batallas en octubre próximo, y donde la posible
polarización entre Cambiemos y el kirchnerismo emerge como su
peor enemigo.