Suplemento Economía

Las dudas sobre el mundo emergente

El año 2014 se inicia con más dudas sobre los países emergentes de lo que se esperaba. En 2013 quedó claro que el mundo desarrollado se recuperaba mejor de lo pensado y que el emergente lo hacía por debajo de las expectativas. Hasta la crisis financiera desatada en 2008 en los EEUU, China crecía tres veces o más que EE.UU.; ahora pasa a hacerlo sólo dos veces.

El último trimestre del año pasado, en el cual la industria estadounidense creció menos que las expectativas -al igual que China-, ha generado más dudas sobre la economía mundial que las planteadas al comenzar 2013. Sobre este escenario, lo que iba a ser sólo una desaceleración del mundo emergente generada alrededor del “aterrizaje suave” logrado por el gobierno chino, se ha convertido en la duda de si una crisis financiera o cambiaria de los países emergentes más promisorios puede transformarse o no en el detonante de una crisis global.

Hasta ahora, la visión de la Reserva Federal lo considera poco probable, por eso en enero continuó con su programa gradual de reducción de compra de bonos. El año 2014 comienza así más frágil de lo esperado y con los interrogantes puestos más en los emergentes que en el mundo desarrollado, aunque Europa dista de haber resuelto sus problemas y el éxito de la política de estímulo de Japón debe todavía comprobarse en el año en curso.

Definido este contexto, la atención pasa a estar en cinco países emergentes que hasta el año pasado parecían muy promisorios, pero que ahora no lo parecen tanto, y que son conocidos por la sigla BIITS. Se trata de Brasil, India, Indonesia, Turquía y Sudáfrica, también conocidos como la “segunda generación de emergentes”, aunque dos de ellos (Brasil e India) integran desde hace una década el llamado grupo BRICS (que también integraban desde entonces China y Rusia y desde hace un lustro Sudáfrica).

Desde el comienzo de este año los cinco BIITS han sufrido salida de capitales y problemas devaluatorios de distinta magnitud. El dinero barato generado por la política de estímulo de la Reserva Federal aumentó el flujo de capitales hacia estos países y, al modificarse y combinarse con menores tasas de crecimiento en los emergentes, trajo como consecuencia la salida.

El país con más dificultades de los cinco hoy parece ser Turquía, donde la salida de dólares se combina con una fuerte crisis política en la cual las protestas de los sectores medios y las denuncias de corrupción contra el primer ministro Erdogan agravan los problemas. Pero es Brasil el país más relevante de los mismos -pese a que su población es menos de un sexto de la india y tiene un PBI mayor-: hoy es la sexta economía del mundo y puede generar mayor impacto global. Las tensiones alrededor del Mundial de Fútbol que se realiza en el país en julio pueden terminar debilitando o fortaleciendo al gobierno de Dilma Rousseff, que en octubre intentará ser reelecta. La India adoptó en enero medidas para enfrentar el problema cambiario, Sudáfrica devaluó e Indonesia hizo otro tanto.

Los cinco países del grupo BIITS enfrentan elecciones nacionales este año, cuyo resultado puede influir sobre la marcha de sus economías. El primero en tenerlas es el más grande en población, la India, con 1.237 millones de habitantes. Encara una elección parlamentaria el 31 de mayo de cuyo resultado dependerá la elección de un nuevo primer ministro y la conformación de otro gobierno. Es la elección más grande del mundo: votan tantas personas como en EE.UU. y la UE sumados. El país está gobernado por una fuerza populista moderada que es desafiada por una coalición más comprometida con las reformas económicas, la que en caso de ganar puede mejorar las perspectivas.

Indonesia, país con 247 millones de habitantes, tiene elecciones el 9 de julio. No está claro el resultado probable y el país es muy complejo en cuanto a su conformación étnica y territorial. Tras diversas crisis parecía que había alcanzado la estabilidad en la primera década del siglo XXI, pero las dudas han regresado y no hay un sistema de partidos sólido.

La elección parlamentaria en Sudáfrica tiene lugar el 31 de julio, con un Presidente muy desgastado y un partido gobernante -fundado por el extinto Mandela- que retendrá el poder pero con otro líder.

El cuarto en tener elección nacional es Turquía, quizás el más complicado de los cinco tanto en lo económico como en lo político. Las elecciones se realizan en agosto y todavía no se ha determinado la fecha. El primer ministro Erdogan, un islamita moderado, no sólo enfrenta el desafío de las fuerzas seculares, sino que la coalición musulmana que lo llevó al poder hoy tiene fisuras y está dividida. No están claras sus posibilidades de retener el poder y la gran cuestión del país en el largo plazo es si optará por sumarse a la UE o afirmará su entidad musulmana.

El último en tener elecciones presidenciales será Brasil, que realiza la primera vuelta el 3 de octubre. De votarse hoy, Dilma Rousseff sería reelecta en segunda vuelta, aunque no está claro con quién competiría. Tampoco lo está si la articulación de una oposición competitiva -que hoy no existe- puede mejorar o no las perspectivas económicas del país.

En este marco, las crisis cambiarias que viven al mismo tiempo Argentina y Venezuela son observadas con preocupación, al poder transformarse en detonantes de crisis regionales o incluso globales. The Economist publicó una nota la semana pasada bajo el título “Se acabó la fiesta”, donde alude a los dos países y argumenta que ambos se han quedado sin dólares para financiar sus exportaciones. El FMI también advirtió sobre la situación de los dos países, el New York Times puso en primera plana la reciente devaluación argentina y el Wall Street Journal anticipó una “megadevaluación” argentina.

Al comenzar la semana pasada, los jefes de gobierno de España e Italia la analizaron, temiendo se transforme en gatillo de una crisis en el mundo emergente que pueda afectar la incipiente recuperación europea.

Los gobiernos de Cristina Kirchner y Nicolás Maduro parecen, frente a sus respectivas crisis, dispuestos a adoptar más medidas de tipo populista que probablemente agravarán los problemas. Son hoy países medianos con menor significación económica que los BIITS, pero que combinándose con otros problemas -como sería el caso de más dificultades en Brasil- pueden generar cierto efecto “contagio”.

Autor: Rosendo Fraga

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