"La
historia se repite primero como tragedia y, después, como farsa".
Con esa frase, Karl Marx, el hombre que revolucionó las ideas
sobre el capitalismo y dio pie al socialismo, introdujo su obra
revisionista sobre el "18 Brumario de Napoleón Bonaparte".
La máxima de Marx, usada indistintamente hasta en situaciones
disímiles, viene bien para aludir el daño provocado sobre la
economía por la decisión de la presidenta Cristina Fernández de
anular el acceso al dólar.
Los argentinos, acostumbrados a los cambios de reglas de juego
permanentes, se resignan ante la nueva realidad cambiaria, cada
vez más parecida a la Venezuela de Chávez, pero el gobierno ni
siquiera admite el perjuicio provocado, como si hubiese un sector
de la población que hubiese perdido la categoría de ciudadano.
Marx fue un teórico brillante, estudiado a fondo por el actual
viceministro de Economía, Axel Kicillof, hombre clave en el
esquema de asesores que tiene la Presidenta, y por eso recordar
aquella frase viene al caso para describir el daño provocado por
el kirchnerismo a cientos de miles de personas que, confiadas en
que no habría nuevos cambios en las reglas de juego, se endeudaron
en dólares antes del cepo cambiario, en especial en el sector
inmobiliario.
El daño se refrescó cuando el ministro de Economía, Hernán
Lorenzino -a quien apodan el "mudo" quienes no lo quieren en la
Casa Rosada-, aseguró que el mercado paralelo del dólar es "una
cuestión absolutamente marginal, que no tiene impacto directo en
las variables macroeconómicas".
Tal vez no lo tenga sobre la macroeconomía, pero sí sobre los
cientos de miles de familias que firmaron boletos de compraventa o
suscribieron deudas en dólares antes de que Cristina se diese
cuenta de que su gobierno generaba tal nivel de desconfianza que
la fuga de capitales crecía a razón de 500 millones de dólares por
semana.
Así fue que ordenó cerrar el grifo de la venta de dólares y
dejó fuera de juego a la gente que ya se había endeudado antes de
adoptarse esta medida sorpresiva y sorprendente.
"La historia se repite como tragedia", como ocurrió mil veces
en la Argentina -Rodrigazo y otras megadevaluaciones mediante- y
luego como "farsa", porque si bien causó un daño enorme, para el
gobierno haber prohibido el acceso a los dólares a valor oficial
carece de importancia.
Para Lorenzino, el dólar "blue" es "una actividad absolutamente
ilícita que debe reducirse a eso: un hecho que debe verse desde el
punto de vista de cualquier delito".
Graciela Muñiz, la defensora del cliente bancario, dijo que el
tema del daño provocado a los deudores en dólares ya fue planteado
al Banco Central, para que se autorice a quienes tienen boletos de
compraventa firmados el acceso a los dólares al valor oficial.
Sin embargo, desde el BCRA que dirige Mercedes Marcó del Pont
no hubo respuesta, e incluso hasta los bancos están retaceando los
dólares a quienes tenían créditos tomados y que, según resolución
del Central, hasta el 31 de octubre pueden transformarlos en
dólares a valor oficial.
La pregunta surge de inmediato: ¿Qué deberían hacer quiénes se
endeudaron en dólares?
La disyuntiva es que si esos deudores no cancelan sus
obligaciones en dólares, les ejecutan los contratos, y si tienen
la suerte de contar con los pesos para comprar los que necesitan
en el mercado negro, están cometiendo un ilícito desde la óptica
oficial.
Lorenzino destacó que el 3 de agosto próximo el gobierno
cumplirá con un hito, porque pagará la última cuota del corralito.
Sin embargo, otro corralito parece estar gestándose: el que se
le impuso a aquellos deudores en dólares, a quienes se dejó a la
deriva sin que a nadie parezca importarle su destino.
Un corralito que este gobierno no reconoce ni reconocerá, pero
que también provocará un daño enorme a miles de familias
argentinas.