Editorial

Las convicciones de Greta

Greta Thunberg, la joven sueca de tan solo 16 años que viene ocupando desde hace un tiempo el centro de la escena como la abanderada de los ambientalistas en todo el planeta, adquirió trascendencia cuando lideró una manifestación, con aproximadamente quinientas mil personas en la ciudad de Montreal.

Los canadienses la adoptaron como propia a una activista que no renueva cada vez que tiene la oportunidad de expresarse, su condición de activista, siempre apuntando en sus mensajes a la defensa del clima, que se ve muy seriamente afectado por la falta de responsabilidad de quienes deben preservarlo.

La chica rubia que parece estar luchando contra los molinos de viento, no ceja de pronunciarse ante el micrófono o la cámara que se le acerque, para explicar con absoluta claridad sus firmes convicciones.

Claro que sorprende que a su temprana edad se haya transformado en referente de un movimiento que para hacer valer su postura deberá seguir creciendo. Las adhesiones se suman permanentemente, aunque la propia Greta reconoce que el trabajo de concientización no es tan simple en un mundo tan materialista.

Existen muchos intereses, en particular de los estados más poderosos, que hoy atentan contra las buenas intenciones de Thunberg y de quienes están alineados detrás de su juvenil y autoritaria figura.

Es que se pronunció con excesiva firmeza en todas las movilizaciones que supo encabezar en diferentes lugares y que seguramente continuará haciéndolo, a tal punto que ya recibió invitaciones de varios países, que reclaman su visita, para que exponga sus argumentos, de sólido contenido.

El último pronunciamiento de Greta se dio nada menos que en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se desarrolló una Cumbre de Acción Climática, encabezada por el secretario general Antonio Guterres.  

La sueca en la sede del organismo, que funciona en la ciudad estadounidense de Nueva York, fue contundente cuando señaló "mi mensaje es que los estaremos vigilando" y sonó aún más fuerte su siguiente expresión "esto está todo mal, yo no debería estar aquí, debería estar en la escuela, al otro lado del océano".

Quienes pensaban que a esa introducción le sucederían algunas definiciones de menor calibre, se equivocaron, porque Greta interpeló a los asambleístas con un concepto que refleja su lucha, "ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, buscando esperanza" y agregó ¿cómo se atreven?".

El mundo entero tendría que tomar el ejemplo de una jovencita que no dudó en afirmar, en el recinto de la ONU, "ustedes se robaron mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías. Y aún así yo soy una afortunada. Hay gente sufriendo, gente muriendo. Ecosistemas completos están colapsando. Estamos al inicio de una extinción masiva. Y ustedes solo hablan de dinero. De cuentos de hadas y eternas promesas de crecimiento económico".

En estos tiempos de calentamiento global y de catástrofes en sus más variadas expresiones, el compromiso de Greta es un espejo en el que todos nos debemos reflejar para salvar a la Tierra de los azotes de la naturaleza, que responde con fiereza al mal trato que recibe de quienes hace muy poco o casi nada para que eso no ocurra.

"Dicen que nos escuchan y que entienden la urgencia. Pero no importa cuan triste o enojada esté. Yo no quiero creer eso. Porque si realmente entienden la situación y aún así siguen fallando a la hora de actuar, entonces significa que son malvados y me niego a creer eso. Ustedes nos están fallando. Pero los jóvenes comenzamos a entender su traición. Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes. Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos", señaló en otro de los pasajes de su enfervorizada declaración ante un auditorio sin respuestas.

Para que nadie crea que Greta puede llegar a claudicar en una lucha desigual, sus últimas palabras retumbaron bien fuerte en las paredes del edificio de las Naciones Unidas, cuando advirtió: "No dejaremos que se salgan con la suya. Justo aquí es donde marcamos el límite. El mundo se está despertando y el cambio está llegando, les guste o no".

Así de firme está plantada Thunberg, que a sus 16 años sacudió a los intereses de los poderosos y los desafió a reflexionar, con la certeza de seguir luchando por dejarle un planeta mejor a las próximas generaciones.

La jovencita es consciente que no solo tiene el aval de los activistas que hoy le brindan su incondicional respaldo, sino también el de quienes se identifican con una campaña que recién empieza, pero que ya está marcando una huella que en un futuro no demasiado lejano, será bien profunda.

Autor: REDACCION

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