No todas las marcas
conocidas de hoy comenzaron vendiendo los productos que los
hicieron famosos. Libros que derivaron en perfumería, papelería
que mutó a teléfonos, son tan solo algunos ejemplos.
"Caminante no hay camino, se hace camino al andar", decía la
canción del Joan Manuel Serrat y es una buena recomendación para
los emprendedores de hoy en día.
Porque muchas marcas de las que conocemos como líderes en su
sector comenzando haciendo algo completamente distinto, hasta que
la oportunidad apareció y supieron tomarla.
El caso de Avon es uno de ellos. Su fundador David H.
McConnell, comenzó a finales del siglo XIX vendiendo libros
puerta a puerta.
Como táctica para ganarse a las amas de casa,
regalaba también pequeñas muestras de perfume.
Con el tiempo, sus muestras se hicieron más famosas que los
libros que vendía y dio un giro a su negocio para fundar
California Perfume Company, el embrión de lo que sería Avon en el
futuro.
Otro caso es el de Hasbro, hoy conocida como una de las mayores
jugueteras del mundo. Su paso fue más paulatino y consecuente.
Nació en 1923 como la empresa familiar Hassenfeld Brothers,
especializada en la venta de restos textiles. Luego el paso hacia
el público infantil comenzó con el desembarco en el sector de la
provisión de artículos para escuelas para acabar aterrizando en el
sector juguetero en 1952 con el lanzamiento del Mr. Potato.
La finlandesa Nokia es sinónimo de telefonía celular, pero no
siempre fue así. La empresa comenzó a gestarse en 1865, cuando
Fredrik Idestam abrió una empresa papelera que fabricaba papel
para los bancos de Tammerkoski.
Nokia coqueteó después con otros sectores de actividad hasta
que decidió apostar fuerte por los teléfonos ya en los años 60.
La marca de chicles Wrigley, muy conocida en los Estados
Unidos, tiene una historia parecida a Avon. Comenzaron en
el año 1891 vendiendo jabón y levadura y ofreciendo el chicle como
"gancho" para sus clientes. A Wrigley le pasó como Avon, y sus
chicles ganaron pronto en popularidad al jabón y la levadura.
Los hoy cotizadísimos diamantes de Tiffany no existieron hasta
años después que los dueños de lo que sería la joyería emblemática
de New York decidieran que la papelería no era
tan redituable como las joyas.
Colgate se preocupó por la higiene desde sus comienzos, pero no
vendió su primera pasta hasta 1873; desde su nacimiento en 1806,
su especialidad había sido la venta de jabón, velas y almidón.
Muchas más historias comparten el mismo camino, el camino que
como dice el cantante catalán, se hace caminando.